26/7/12

'Los amos de Brooklyn' (Anthony Fuqua, 2009)


El director de 'Training Day' sigue indagando sobre la integridad policial, y el balance sigue siendo bastante ambiguo, cuando no negativo. Aquí desdobla al mítico Alonzo Harris (Denzel Washington en 'Training Day') en tres personajes atormentados que caminan sobre la línea que separa el bien del mal: el veterano Eddie Dugan (Richard Gere) lo hace por pasiva. Acostumbrado a mirar hacia otro lado, ha construído toda una filosofía sobre la dejación de sus responsabilidades, y ahora que le queda una semana para jubilarse no va a hacer lo contrario. Sal Rosario (el casi siempre demacrado Ethan Hawke) es un tipo duro acuciado por su precaria economía que para proveer a su familia se dedica al peligroso juego de sablear a delincuentes o quedarse con los botines incautados, lo que le acarrea algún problema de conciencia. Es como si Alonzo Harris y los años hubiesen corrompido al honrado Jake Hoyt de 'Training Day'. Por último, Clarence Butler (Don Cheadle, que vuelve a infiltrarse tras la interesante ‘Traidor’), es ‘Tango’, un agente encubierto de narcóticos que está empezando a caer en el lado oscuro de la fuerza, y al que le encargan entregar a su amigo y pez gordo Casanova ‘Caz’ Phillips (Wesley Snipes, ¡hacia tiempo que no veía a este negro por el barrio!).

Con menos 'punch' y más voluntad analítica que 'Training Day',el film avanza lentamente, explorando a los personajes, y con una mirada extensa aunque algo cliché al típico conflicto “negros controlan la mierda del barrio”, la trama del agente encubierto 'Tango'. Muy al estilo ‘The Wire’, pero cambiando Baltimore por Brooklyn, con la típica vía de tren bajo la cual tenía lugar la mítica persecución de “The French Connection” como telón de fondo. El film tiene fuerza y densidad dramáticas para ser tenido muy en cuenta dentro del panorama del thriller policial actual. Sin embargo, el ritmo decae en algún momento por la quizá excesiva dilación de la trama (el film dura más de dos horas que se antojan algo excesivas, ya que tampoco es “El Padrino”).

*spoiler*
Y entonces llega el tercer acto, y la cosa empieza a coger ritmo, y toda la densidad dramática empieza a cuajar a base de tiros. Y se confirman las sospechas de que Fuqua nos tenía un truco guardado, y como si de un “Short cuts” policiaco se tratase, reúne a su tres personajes desdoblados que, como si fuesen uno sólo, (ese plano en que los tres coinciden tiene mucho rollo) van a enfrentarse con sus demonios al mismo barrio. Y de ahí al final contenemos la respiración en una catarsis sangrienta que nos lleva hasta el crudo desenlace. Efectista quizá, pero notable.

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