
Ante todo, pido perdón por el chiste malo del título de la crítica, pero es que estaba a huevo. Ejem, en fin... a lo que íbamos.
Realmente creo que lo de la pornografía emocional no es una cuestión de sí o no, como un interruptor, y que puede tratarse de una cuestión de grados, desde “tocar la fibra” de un modo consciente, pasando por manipular las emociones del espectador, hasta abusar de ellas buscando...