27/10/11

Esta noche en la Sexta: "El luchador" (Darren Aronofsky, 2009)


Aprovechando que la Sexta emite esta noche a las 00:35h. "El luchador", aprovecho para recuperar la crítica que escribí entonces sobre este buen film. Por cierto que su director, el talentoso Darren Aronofsky, parece que ya tiene un nuevo y ambicioso proyecto entre manos: "El Arca de Noe".

Os dejo con la crítica:

Darren Aronofsky define su última película, más que como un film estrictamente deportivo, “como un drama muy humano y sensible, en la linea estilística del retrato intimo de una vida. No hace falta ser un seguidor de la lucha libre para disfrutar del fim.”

Estoy totalmente de acuerdo con esta definición clara y honesta. A pesar de que la historia de “The Wrestler” (“El Luchador”) no es demasiado original, está muy bien contada, y este tipo de relatos, cuando estan bien trazados, resultan altamente emotivos

La biografía de este Randy “Ram” Robinson recuerda mucho a la de el púgil español Miguel Urtain: alguien que en el ring fue un mito, pero que fuera de él fue derrotado por la vida. Además, resulta tremendamente obvia, pero no por ello menos potente y fantástica, la simbiosis que se produce entre el personaje y el actor, Mickey Rourke: un tipo que en los 80 fue un icono (en su máximo esplendor con su papel en “9 semanas y media”), pero que 20 años después ha sido relegado al olvido. Rourke compone (o más bien se funde con) un peripatético y a la vez entrañable Randy “Ram” Robinson. 

Con todos estos ingredientes, “The Wrestler” es un retrato intimista y descarnado de un inadaptado, un hombre que intenta encontrar su lugar en el mundo y hacer bien las cosas fuera de lo único que sabe hacer realmente bien: pelear. Una frase que le dice al personaje de Cassidy (Marisa Tomei), define sus sentimientos hacia el mundo y su tragedia personal: “Aquí (en el ring) mi corazón está bien, sólo me lo rompen cuando salgo afuera”. 

Lejos del innovador estilo mostrado en películas como “Pí” (1998) o “Requiem for a dream” (2000), Aronofsy utiliza esta vez un lenguaje bastante clásico y un ritmo bastante pausado, que se adaptan perfectamente a la historia. Eso sí, destaca el trabajo de la cámara, muy cerca siempre del personaje para potenciar su visión del mundo que le rodea, como en esa magnífica escena en que Randy se prepara para salir a atender clientes en el supermercado, tras la cortina de plástico, mientras cree escuchar ahí afuera el clamor de sus fans, como si estuviese a punto de salir al ring. 

Sin embargo, hay que decir que el film, aunque transpira verdad por todos sus poros, recurre también a muchos tópicos del drama a la americana: personajes perdedores con vidas desestructuradas, tendencia al pesimismo enmarcado en ambientes sórdidos y deprimentes, el vacío y el feísmo de lo cotidiano, situaciones lacrimógenas, etc.

En definitiva, un retal de vida rasgado que hará disfrutar, e incluso derramar alguna lágrima, a todos aquello que disfruten de las historias duras de naufragios personales, y no solamente, aunque seguro que también muchísimo, a los amantes de ese deporte – espectáculo, el wrestling americano, que es en sí mismo un gran teatro, como la propia vida.

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24/10/11

Presentación de "Chic-cas": humor en femenino


En el marco del Festival de Series de Canal + que antes os comentaba, he estado esta tarde en la presentación de Chic-cas, una comedia en clave feminina que nace de la colaboración entre Paramount Comedy y la compañía teatral Yllana. 

Se trata de una serie de scketches protagonizados por Marta Belenguer, Elena Lombao, Cecilia Solaguren y Paula Galimberti, que combinan el humor cotidiano con la parodia, el absurdo y mucha comedia física. Al contrario del glamour que sugiere su título, y lejos del humor dirigido a mujeres tipo "Sexo en Nueva York", los scketches giran en torno a situaciones cotidianas (normalmente relaciones de pareja) y a personajes femeninos reconocibles y naturales, chicas patosas, alocadas o incluso ridículas. Las actuaciones son geniales, el ritmo en la dirección es bueno, y los scketches han conseguido sacar más de una sincera carcajada al auditorio.



Tras la presentación, ha tenido lugar una distendida charla entre tres de las actrices, el actor Fele Martínez y el conductor del evento, el guionista Natxo López (Aída, 7 vidas), que ha girado básicamente en torno a la cuestión de género en el humor: ¿porque conocemos más cómicos hombres que mujeres? ¿Existe un humor femenino? ¿Es posible un humor unisex? Vean y opinen.
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23/10/11

Festival de Series 2011 Canal +



Hoy domingo 23 se cierra la tercera edición del Festival de Series 2011 de Canal +, que se ha estado celebrando desde el jueves 20 en los Cinesa Proyecciones (C/Fuencarral 136) de Madrid.

Me dejé caer por allí el viernes y lo que vi me sorprendió: mucho frikismo y series a cascoporro, sí, pero también mucho, mucho marketing, en un festival concebido como una gran acción promocional (y yo le hago la promoción gratis, toma ya). Por ejemplo, las azafatas que daban la bienvenida a los asistentes a la esperada premiere de PanAm, la nueva serie que Canal + estrenará el domingo 29.

Yo, sin embargo, el viernes preferí asistir al "taller de autopromociones" a cargo de Xosé Castro. A base de ejemplos de autopromos (algunas realmente ingeniosas como las de Wallander, The Killing, o los ejemplos musicales de The Wire o CSI), Castro fue desarrolando (no sin algunos problemas técnicos con el PowerPoint) un taller muy ameno pero poco provechoso, más enfocado a espectadores curiosos que a creativos necesitados de consejo. Demasiados ejemplos y pocas conclusiones.


Por cierto, que a la entrada me hicieron una entrevista como muestra representativa de los asistentes, que luego no han incluído en el video resumen del viernes. ¿Acaso no daba bien en pantalla? ¿Es que mis respuestas no fueron lo suficientemente interesantes? Nunca lo sabré...

En fin, que si estáis por Madrid, os animo a pasaros hoy, que es el último día. Sí ya sé que es un poco tarde, pero más vale tarde que nunca, ¿no? Toda la info, en la atractiva y completa página web del festival. ¡Bueno, me voy a ver si aún llego!
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17/10/11

Mi filmoteca: Días de fútbol (2003)



Como es domingo por la noche, hoy voy a hablaros de futbol. En concreto, de “Días de futbol”, la que es, en mi opinión, una de las mejores comedias españolas modernas.

Escrita y dirigida por David Serrano, guionista de la exitosa “Al otro lado de la cama”, habla de un grupo de amigos en sus middle-treinta (Dios, cuando la ví en el cine eso me quedaba aún lejos…), cuyas vidas son un pozo de miserias. Cuando Antonio (Ernesto Alterio) sale de la carcel, intentará ayudarlos a todos utilizando sus nuevos conocimientos en psicología, y para ello, les propondrá apuntarse a una liga de futbol de barrio como cuando hace años ganaron una copa. El objetivo de Antonio está claro: sus amigos necesitan volver a ganar algo para recuperar la autoestima. En especial Jorge (Alberto San Juan), a quien acaba de dejarle su novia (Natalia Verbeke) tras pedirle matrimonio. 

Alguien dijo que la comedia es verdad + dolor, y “Dias de futbol” es una comedia dramática coral cuya mayor virtud es que es tremendamente amarga, pero tremendamente cómica, completamente disparatada pero completamente real. Lejos de la estilización y de la elegante puesta en escena de "Al otro lado...", Serrano realiza aquí (con parte del mismo grupo de actores) una semblanza de lo chabacano, de lo "tipical spanish", del pasodoble en la boda y la caña en el bar, de las miserias, la existencia gris y los sueños frustrados de la gente de la calle. Quizá por eso, no tuvo el éxito de aquella, porque a una gran parte del público no le gusta ver sus miserias reflejadas en la pantalla. Otro dirán que “es otra españolada”, pero es una españolada consciente de serlo, un fiel retrato hecho a pie de barrio, con mucho cariño y con mucho dolor.

El guión es sublime, de estudiarlo en escuelas, y tiene escenas y diálogos antológicos. Estos últimos captan como nunca antes la voz de la calle, llevándola hasta una hiriente y desternillante caricatura:

-    JORGE: Qué bien huele eso. A ver si te sale socarradito como a mi me gusta.
-    VIOLETA: Sí huele bien, si. Es que Miguel tiene una mano para el sofrito...
-    JORGE: Violeta, ahora que estamos hablando un poco de todo, te quería preguntar por lo que hablamos el otro dia...lo de casarnos, y eso. ¿Te lo has pensao?
-    VIOLETA: Bueno...un poco sí me lo he pensado...pero poco, Jorge, me lo he pensado poco...

Serrano crea un puñado de personajes perfectamente trazados, y les da vida gracias a un amplio reparto en estado de gracia. Alberto San Juan y Ernesto Alterio nunca estuvieron tan bien, porque Jorge, el oficinista gris e hiperresponsable sometido a una presión excesiva, apunto de explotar, y Antonio, el ex presidiario psicólogo, tan impulsivo y violento como entrañable, son dos "caramelos" de personajes. Y cuando los buenos actores (que en España los hay, aunque no sean ni el problema ni la solución) tienen un buen guión con buenos personajes entre las manos rayan a un nivel superior.


En “Días de futbol” hay espacio para la carcajada, para el patetismo, para la amistad verdadera, para la sonrisa amarga (muy amarga), para el romanticismo (las escenas de Antonio con su antigua novia Macarena son de lo más verdadero y bonito que se ha filmado en el cine español, cada vez que las veo no puedo evitar unas lagrimitas…), e incluso para el humor de trazo más grueso (que es, tristemente, lo que la gente suele recordar, como las escenas del cerdo Manolito).

Y es que en esta película todo funciona a la perfección: la puesta en escena, la caracterización de los personajes, el vestuario, las localizaciones (el madrileño barrio de La Elipa), todo va en el sentido de la historia. 

Por gustarme, me gusta hasta un detalle: en la aparentemente disparatada psicología de Antonio hay mucho de cierto, y creo que su plan para ayudar a sus amigos, su particular “terapia futbolística”, es una idea genial, además de un hallazgo fabuloso del guión que asegura momentos desternillantes.

Aparte de San Juan y Alterio, completan el reparto Natalia Verbeke, Roberto Álamo, Natalie Poza, Secun de la Rosa, Pere Ponce, María Esteve, Pilar Castro, Eva Santolaria, y el siempre solvente Fernando Tejero, que se llevó el Goya al mejor actor revelación en su primer papel en cine.

Pues eso, que los que no la hayáis visto, ya estáis tardando, y los que la hayáis visto, revisadla. Yo lo hago cada cierto tiempo y me sigo tronchando y emocionando con esta cuadrilla.
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13/10/11

PREESTRENO 'Contagio': Soderbergh nos brinda un concienzudo análisis de una catástrofe epidémica, pero falta thriller


Resulta evidente el "contagio" del modelo narrativo ‘Traffic’ (2000) sobre el último film de Soderbergh: si en aquella se ocupaba mediante un enfoque poliédrico y una clara voluntad analítica, de la cuestión del tráfico de drogas a escala mundial, en este caso hace lo propio con una epidemia vírica global similar a la reciente gripe A (de la cual se también se habla en el film).

Pero la frialdad narrativa típica de este Soderbergh (dejando de lado su faceta más mainstream tipo ‘Ocean’s Eleven’) tiene su lado bueno y su lado malo. Lo bueno es que se trata de un estudio riguroso y nada sensacionalista de la catástrofe, centrado en los procedimientos científicos (afortunadamente lejos de la pirotecnia visual y rítmica de CSI ) políticos y mediáticos que rodean a un suceso de esta magnitud. Lo malo es que da toda la sensación de que Soderbergh se ha puesto el vestuario anticontaminación para no infectarse del sustrato emocional (sólo baja la guardia un poco al final) y físico de la historia, mediante una fotografía limpia, incluso aséptica, con encuadres fijos y distantes, y una escasa dramatización. Hay momentos, sobre todo durante la primera hora, en los que uno no sabe si está viendo una película o un documental sobre virus del National Geographic. El virus es un ente invisible y sin emociones, sí, pero se transmite entre personas, y se supone que sus efectos provocan reacciones emocionales viscerales, que escasean en el film (y cuando las hay, son algo gélidas), quizá desaprovechando un gran elenco de actores. En este sentido, ‘Contagio’ se sitúa en el extremo opuesto a films como ‘Estallido’ (Breakout, Wolfgang Petersen, 1995). Por otro lado, tanta sobriedad nos escamotea la parte carnal y truculenta del asunto, y aunque no se puede negar el verismo de las escasas escenas en que aparecen los efectos del virus, habrá quien eche en falta más virulencia, al estilo de films como ‘28 dias despues’ (28 days later, Danny Boyle, 2002) y similares.

Por otro lado, el engranaje narrativo margina la reflexión temática. Soderbergh reconoce que una de las cosas que le atrajo del proyecto fue “que no se prestaba a interpretaciones metafóricas”, pero en mi opinión es una lástima que no se exploren más ciertos temas interesantes que surgen de la historia, como el instinto de supervivencia (“el hombre como lobo para el hombre”), la dualidad "infección vs. información" y su propagación viral en un mundo globalizado,  o el papel y responsabilidad de la blogosfera, internet y los medios de comunicación ante este tipo de situaciones (personificado en el interesante y ambiguo personaje de Jude Law). 

La propuesta es original y arriesgada por lo respetuoso y sobrio de su distanciamiento analítico, y Soderbergh es fiel a ella. Pero cabe preguntarse si merecía la pena sacrificar tantas posibilidades estéticas, emotivas, físicas y temáticas para acabar entregando un film que solo está algún punto por encima del simple entretenimiento. 
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11/10/11

"La semilla del diablo": el cine era esto.


Hoy he cazado en La Sexta 3 (todo un chollo de canal para los cinéfilos) “La semilla del Diablo” (Rosemary’s baby, Roman Polanski, 1968). Sí, la traducción del título es demasiado explicativa, pero me gusta, y lo prefiero a una traducción macarrónica del nombre de la protagonista, como hubiera sido lo más probable en aquellos años: “El bebé de Rosa María”.

Tiene algo esta película que, tras varios visionados, me sigue fascinando. He empezado a verla con medio interés, con un recuerdo más o menos claro de toda la trama, y aún así he ido progresivamente volviendo a engancharme a esta joya, hasta acabar pegado a mi sofá. Quizá es que la vi por primera vez en la época en que empecé a apasionarme de verdad por el cine y a devorar clásicos (aunque aún me faltan muchísimos), y por eso me quedó marcada y le tengo cierto cariño. Pero, mucho más allá de eso, y aunque tal afirmación no sea nada arriesgada, creo que es una obra maestra del suspense. Intentaré explicar los motivos por los que me gusta tanto este film:

-          La atmósfera: el film de Polanski no muestra, sugiere. Lo importante no son los sustos (que no los hay), sino la trama y la atmosfera sobre las que se cierne lo terrible del desenlace. Por otro lado, lejos de la actual moda del "thriller psicológico" (ese paraguas tan amplio, esa etiqueta tan pretenciosa como tantas veces vacía), la trama y el suspense son totalmente físicos, carnales (el embarazo, los lúbricos y macabros sueños, el “bebé”), aunque en ningún momento se muestra más de la cuenta. Los sueños de la protagonista son mil veces más inquitantes que cualquier flashback o visión que podamos encontrar en cualquier thriller psicológico actual.

-          El enfoque: No parte de la brujería, del satanismo, sino que se trata de un lugar al que se llega en el desenlace. No nos atiborra con información sobre brujería o satanismo, sino que esta cumple una función determinada en la trama. El film se centra en Rosemary, el suspense nace de la sensación (la suya y la nuestra) de claustrofóbica conspiración, y lo terrible del asunto no es tanto la llegada del demonio o el anticristo, sino la terrible y cobarde traición del marido, posiblemente el personaje que más me inquieta de toda la función.


-       El sonido: a la hora de crear suspense, el silencio es tan importante como la música, de la cual no abusa. En cuanto a los diálogos, lo que no se dice es tan importante como lo que se dice (sobre todo en el caso del personaje de Guy).

-       El ritmo: tiene ESO que tenía el cine clásico y que conservaba hasta hace (me atrevería a decir) unos 15 o 20 años: la trama RESPIRA. El ritmo es pausado y la trama, sencilla, nada pretenciosa e impecable, se desliza lenta pero inexorablemente hacia el fatal desenlace (Dios, me estoy repitiendo un poco con lo del desenlace, pero ahora explico porque), sin necesidad de golpes de efecto ni sustos baratos.

  La iconografía: esa cuna negra, o una demacrada Mia Farrow, con ese corte "a lo Vidal Sasoon" y blanca como una pared (me atrevería a decir que en ciertas escenas se les fue la mano con el maquillaje), vistiendo ese camisón y empuñando ese cuchillo, una inquietante imagen que ha pasado al imaginario cinematográfico.



-       El final: creo que es uno de esos finales que se le graban a uno en la memoria. Si el film es una lección de suspense, el final es una cátedra sobre como liberar esa tensión. Tiene ese final algo de terrible y de grotesco que tiñe de un color macabro todo el resto del film. Es uno de esos finales (como lo es también, por ejemplo, el de ‘El planeta de los simios’ de Franklin J. Schaffner, curiosamente del mismo año) cuyo magnetismo te mantiene en el sofá y justifica otro visionado más.

En fin, espero haberme explicado. Habreis notado que, más allá del film de Polanski, estoy hablando de todo un tipo de cine que ya no se hace. Suerte que siempre nos quedará La Sexta 3.
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6/10/11

Origen (Inception, 2010): mucho arroz para tan poco (y sobrevalorado) pollo



Desde la revelación que supuso 'Memento' (2000), hasta su espléndida primera incursión en el universo de Batman (Batman Begins, 2005) para explicarnos la génesis del superhéroe de la DC, Christopher Nolan se había ganado mi crédito como un gran director. Ambos films poco tenían que ver, pues mientras 'Memento' era el atrevido experimento de un debutante, un apasionante y estilizado rompecabezas que trastocó las estructuras narrativas como Tarantino hiciera años antes con 'Reservoir Dogs' o 'Pulp Fiction', la primera precuela de la saga Batman confirmaba el talento de Nolan en otro terreno bien diferente, el de la superproducción con superhéroe. Sin embargo, lo hacía rompiendo otro molde, precisamente el del cine de superhéroes, abandonando en parte el discurso más “comiquero” a favor del thriller policiaco y el drama humano del atormentado Bruce Wayne, hasta llegar a hacernos comprender de una forma lógica su transformación en Batman. Personalmente, agradecí este giro “realista”, aunque luego reconociera en 'El Caballero Oscuro' (The Dark Knight, 2008) una excesiva radicalización de esa propuesta, dejando cada vez menos margen a la fantasía propia del universo de los superhéroes.

Pues bien, en el nuevo film de Nolan, 'Origen' (Inception), ya no queda rastro de la magnífica imaginería estructural y visual de que hacía gala en 'Memento', y en cambio sí hallamos ciertas características en común con sus dos Batman, pero en sentido negativo.

El primer y grave error de 'Origen' estriba en una paradoja bien sencilla: no se puede hablar de sueños de una forma tan cuadriculada. A estas alturas, parece bien demostrado que Nolan no es el director mejor dotado para moverse en el género fantástico. Si con Batman salió muy airoso llevándoselo al terreno del thriller y la acción, aún a riesgo de traicionar su esencia, aquí vuelve a proponernos un film de aventuras y acción que en este caso resulta fallido, entre otras muchas razones, porque su materia prima, el subconsciente humano y los sueños, se antoja demasiado voluble e insondable como para encerrarlo en un sistema de reglas tan rígidas, en una lógica de causa efecto tan inverosímil y aburrida (del tipo “si mueres soñando, te despiertas”) como las que nos explican Cobb y su equipo.


Es el problema de muchos films americanos, el de sistematizarlo todo hasta el hastío, incluso lo onírico, lo subconsciente, lo paranormal, esfumando cualquier posibilidad de resultar inquietantes, imprevisibles o desconcertantes. Recordemos la sistematización de las psicofonías en la olvidable White Noise (2005) o de los shocks del protagonista de la interesante 'El efecto Mariposa' (The Buttefly Effect, 2004). Esa lógica del tipo “si haces esto, invocas a tal espíritu o provocas indefectiblemente tal fenómeno” siempre me ha parecido de lo más inverosímil, aburrido y equivocado para tratar esas cuestiones.

Por otro lado, y por si este error en la premisa básica del film no fuera suficiente para tumbarlo,  es decir, si aceptamos esa cuadricula pseudocientífica sobre los sueños, esos renglones de los que en ningún momento se sale la caligrafía del film, y descendemos al siguiente nivel (por parafrasear la jerga del film), nos encontramos con una trama demasiado plana, donde la únicas amenazas proviene de la propia y enrevesada lógica de la particular “inmersión”, y del conflicto interno del protagonista. Pero ese otro esquema, el de héroe con episodio trágico en su pasado aún sin superar, que deberá enfrentar y vencer durante la aventura, aquí se revela de una forma tan arquetípica, tan obvia y falta de gracia, que resta casi todo interés y profundidad al personaje de Cobb. Por lo demás, los personajes secundarios resultan aún más planos y faltos de empatía, ya que no sabemos nada de ellos y ni siquiera evolucionan un ápice durante el transcurso de la aventura. Mención especial para la “arquitecta” Arianne (Ellen Page), que se pese a descubrir un fascinante nuevo universo donde lo imposible es posible, se integra en el equipo y asume su rol como si se hubiese dedicado a ello toda la vida, o al desaprovechado personaje de Saito (Ken Watanabe), que pasa de amenazante villano a socio perfectamente fiable de una forma un tanto descafeinada e inverosimil.

Y es que el film carece de toda fuerza a casi cualquier nivel. Da la impresión de que Nolan se inventa un sistema de reglas demasiado rígidas y totalmente arbitrarias para que la historia funcione en el sentido en que quiere, pero por mas que se dedica aplicadamente a explicárnoslas (de la forma mas obvia y aburrida que existe en cine: mediante unos diálogos descaradamente destinados a ello, utilizando al personaje de la novata “arquitecta” Arianne como excusa para aleccionarnos), no logra que tengan el más mínimo interés, porque falla lo principal: los sueños.

En efecto, dudo que nadie sueñe como nos propone Nolan, con unas imágenes tan claras, con unos escenarios tan definidos, con unas reglas tan rígidas. ¿Dónde está lo onírico? ¿Dónde está la ensoñación? ¿Donde está la confusión propia de los sueños? Nolan, tan apegado siempre a lo tangible, tan sobrio como falto de imaginería, es incapaz de desdibujar una sola línea de su plan supuestamente perfecto.

Veamos esos tres supuestos niveles del sueño que parecen en la película: el primero son las calles de una ciudad tipo Nueva York donde tiene lugar una persecución de coches con tiroteo incluido.  El segundo es un hotel donde también hay alguna pelea entre el equipo de Cobb y esas “proyecciones” de la mente de la víctima, y el tercero es un bunker en la nieve donde deben adentrarse los protagonistas en una escena tipo Splinter Cell que resulta en otro tiroteo. Mas que ante niveles de sueño, pareciera que estamos ante niveles de un videojuego. Al final, tanto galimatías pseudocientífico resulta una burda excusa para entregar un mediocre film de acción. Pero es que si como film de ciencia ficción, su interés es más que dudable, 'Origen' no funciona ni como película de acción, ya que no aporta nada nuevo al género, como sí hiciera por ejemplo la que parece uno de sus referentes, a años luz por cierto, 'Matrix' (de la cual, no soy precisamente un gran seguidor) y aquellas espectaculares escenas de acción que marcaron tendencia.

Sin embargo, pese a todos estos problemas de base, pese a todas sus carencias y pese a su mediocridad, el film ha sido ensalzado por la crítica especializada y por la amateur, y muchos hablan ya de una “obra maestra”. Entre las voces discordantes ante tal disparate, recupero las palabras de A.O. Scott en su crítica en el New York Times, con las que estoy bastante de acuerdo:

[…] …en 'Origen', no hay nada que cuente como una visión genuina. La idea del Sr. Nolan de la mente es demasiado literal, demasiado lógica, demasiado atada a reglas como para permitir medir la locura -el riesgo de confusión, de delirio, de inefable ambigüedad- que todo esto requiere." (A. O. Scott: The New York Times)

En resumen, un film sobrevaloradísimo, que desaprovecha desde el arranque su premisa y toda posibilidad de resultar inquietante o interesante, que se inventa un universo nuevo pero excesivamente cuadriculado y que nos propone unos personajes y una aventura carentes de fuerza, y donde lo único destacable proviene del apartado técnico, de esa tremendante realista escena de lucha sin gravedad, que al menos confirma el gusto de Nolan por huir de la excesiva digitalización de los efectos especiales tan de moda hoy en día.
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"No habrá paz...": el nuevo thriller de Urbizu, más apreciable y contundente en sus intenciones que en su resultado final



Adoro la infravalorada ‘La caja 507’ (Enrique Urbizu, 2002), quizá el mejor thriller español que recuerdo, aunque posiblemente también influya lo (inexplicablemente) poco que se prodiga nuestra cinematografía por esos terrenos. Por eso, con prácticamente los mismos ingredientes en la receta, esto es, guión de Urbizu y Michel Gaztambide, y Coronado como protagonista, “No habrá paz para los malvados”, desde su evocador título y su cartel, se me antojaba otro hito. Nada más lejos de la realidad.

A Urbizu hay que reconocerle, sin embargo, las intenciones. Alegra comprobar que no hace falta ver una de Torrente para ver desfilar por la pantalla mafias, policías corruptos, bandas de atracadores de bancos, o para ver algún tiroteo patrio. En efecto, el cineasta bilbaíno parece empeñado en la noble tarea de rescatar de la realidad española el material dramático necesario para componer un paisaje que sirva de telón de fondo a un género menor en nuestro cine: el thriller policiaco. Un paisaje compuesto por las cloacas de la ciudad, por descampados, clubes de alterne, fincas campestres, por desguaces y almacenes, y habitado por un elenco de personajes que van desde el glamour inherente a los grandes capos mafiosos hasta cierta hosquedad y aspereza típicamente ibéricas. Un paisaje en el que también se desarrolla esa maravilla de serie que es 'Crematorio' (Canal+, 2011, y que La Sexta emitirá este año). ¿Alguién podría decir que no son productos genuinamente españoles? Con esas grandes intenciones, hay que lamentar que esta 'No habra paz…' no haya sido mucho más.

Y es que 'No habrá paz...' carece de algo que sí poseía ‘La Caja 507’: un gran guión. Aquí nos encontramos a Santos Trinidad, una suerte de cruce entre el Torrente más casposo y un Alonzo Harris (D. Washington en 'Training Day') castizo, paseándose por la línea que separa el bien y el mal con su cubata de ron, su calibre 38 y sus expeditivos métodos para hacer justicia. Un quijote borrachuzo, seco y violento. Sin embargo, a pesar de que Santos Trinidad tendría todos los números para formar parte del imaginario popular junto a otros héroes repulsivos como el propio Torrente, y villanos fascinantes como el Malamadre de ese otro genial thriller patrio que es ‘Celda 211’ (Daniel Monzón, 2009), el retrato de Trinidad está algo desdibujado, y es difícil empatizar más con él, a pesar del gran trabajo de un excelente Coronado, que parece haber encontrado en ese perfil áspero y violento (Trinidad recuerda mucho a Rafael Mazas) lo que Bruce Willis encontró en John McClane, es decir, una especie de mímesis entre actor y personaje.

Por otro lado, los personajes secundarios resultan planos y sosos, y algunos aportan poco o nada, como sucede con el de Rodolfo Sancho, compañero de Santos, que bien hubiera podido ser un Jake Hoyt (Ethan Hawke en 'Training Day'), pero que se queda en una simple comparsa. Por otro lado, la pretendida aspereza y negrura de la historia parecían pedir para la policía judicial algo más que el correcto debut de una cándida Helena Miquel (cantante de Delafe y Las Flores Azules) y la cara de osito adorable de Juanjo ‘Verano Azul’ Artero. Sirva decir que en la única escena del personaje secundario de Sancho Gracia en ‘La caja 507’ había más emoción y verdad que la que inspiran aquí todos los secundarios. Y así, el film se agota en la cruzada de su personaje principal, y en una trama estirada, falta de ritmo y de tensión, con demasiados huecos que el espectador (al menos, servidor) no es capaz de completar, acaso por déficit de atención. 

Pareciera que arrastrado por las carencias del guión, el Urbizu director tampoco parece dar con el tono ni el ritmo adecuados prácticamente en ningún momento, y ni siquiera la  ambientación, la gran baza del film junto a su personaje principal, es todo lo buena que podría haber sido.

Por todo ello, y aunque se me haga muy difícil porque aprecio profundamente la propuesta, no me queda más remedio que ponerle a 'No habra paz…' un aprobado justo y pedirle a Urbizu que siga transitando esta senda, pero la próxima vez con algo más de acierto.
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