20/9/12

Emotivo y autobiográfico relato sobre la vida en una casa de adopción coreana.


“Una vida nueva” comienza cuando Jinhee (Kim Saeron, vista recientemente en ese despropósito llamado “El hombre sin pasado”), una niña de 9 años es dejada en una casa de adopción por su padre, por razones que aún desconocemos pero que podemos llegar a intuir como de pobreza. La niña no aceptará la dolorosa situación, y se cerrará en sí misma, sin integrarse a las rutinas de la casa ni interactuar con las demás niñas, esperando que su padre vuelva algún día a por ella. “Esta casa es para niñas huérfanas y yo tengo padre”.

Aunque muy lentamente (el ritmo de la película es pausado) Jinhee se irá integrando y abriéndose algo más, conforme va trabando una inevitable amistad con algunas de las niñas. Relaciones que, sin embargo, también están destinadas a una dolorosa separación, cada vez que unos padres adoptivos se llevan a una de las niñas. Jinhee intenta evitar su adopción cerrándose de nuevo cada vez que algunos visitantes se interesan por ella.

La película tiene una elevada carga autobiográfica: la propia Ounie Lecomte, de origen coreano, fue adoptada por padres franceses a los 9 años. “No fue doloroso evocar los recuerdos del pasado, que es lo más difícil, sino guardar la distancia necesaria para comunicar las emociones reales”. “Una vida mejor” tiene la virtud de tocar fibras muy dolorosas en clave baja: el desgarrador abandono del padre, la desesperación silenciosa de una niña que se niega a vivir sin familia, la crudeza que se esconde bajo la cordialidad de los padres adoptivos que eligen niña como en un supermercado, la dura rutina de las despedidas que condenan a Jinhee de nuevo a la soledad... Lecomte explora en profundidad los sentimientos que estas cuestiones provocan en una niña de nueve años (desamparo, culpabilidad, frustración, ira), combinando el 'savoir faire' francés en la introspección con un tempo contemplativo muy asiático.


Tiene algo el film de Lecomte de “Nada”, de Carmen Laforet: como allí Andrea, aquí Jinhee es la introvertida observadora de la vida del orfanato durante una temporada, en la que traba ciertas relaciones que no acaban de cuajar del todo. Cuando se marcha hacia otra vida, uno no sabe bien si ha sacado algo en claro de ese tiempo en el orfanato, salvo dolor y una obligada madurez. Y sin embargo, nos quedamos con las ganas de acompañar a esta niña en su experiencia francesa. ¿Habrá secuela? Ojalá.


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"Los Bicivoladores reloaded", un truño al más puro estilo actual



Entre las muchas películas que marcaron mi infancia y la de mi generación (si es que existe tal concepto tan difuso) está “Los Bicivoladores” (Brian Trenchard-Smith, 1983), una de esas pelis ochenteras, ingenuas y horteras que no han soportado demasiado bien el paso del tiempo. Narraba las peripecias de tres chavales aficionados al bicicross (entre ellos, una puber Nicole Kidman) que se las tenían que ver con una banda de mafiosos, a los que daban continuamente esquinazo gracias a su pericia con los pedales de sus BMX’s.

Pues bien, parece que David Koepp haya querido hacer algo así como “Bicivoladores reloaded”, actualizando ese mito ochentero para la generación Whatsapp. El problema es que un servidor ya no tiene diez años, y mientras que las ruedas de aquellas BMX’s parecían movidas por la misma ingenua magia que elevaba sobre la luna llena la bici de Elliot y E.T. un año antes, aquí la magia brilla por su ausencia, y en su lugar nos encontramos con el típico modelo de peli de acción actual, donde lo trepidante no está en la aventura en sí, sino en el montaje visual y sonoro. Aquella era cutre por hortera e ingenua, pero dudo que en treinta años nadie se acuerde de esta.  

El film acaba de empezar, y ya estoy saturado por un montaje acelerado, unos efectos digitales que juegan con el espacio-tiempo, y una música machacona, todo muy al estilo actual. Lo de parar una persecución para proyectar (en descarado CGI) las diferentes opciones que tiene el prota para colarse entre el tráfico y su resultado, deben haber pensado que es la bomba, pero a mi me parece ridículo. Por otro lado, me suelen dar bastante grima este tipo de films protagonizados por jóvenes pirueteros y adictos al riesgo, estilo “Yamakasi”o “Triple X”, que pretenden fascinarnos con peña super flipante con estilos de via super-al-límite, como si de un programa de 'Discovery Max' se tratase. En el siglo XXI, el cine se está convirtiendo (¿degradando?) en otra pantalla más que dialoga (al mismo nivel) con los videojuegos, la MTV o los móviles (esos pantallazos para mostrar la ubicación del prota).

¿Y el guión? Cuesta creer que el guionista de “Jurassic Park”, “Atrapado por su pasado” o “Snake Eyes” haya escrito semejante mamarrachada. Previsible, sin un solo giro notable, con la preceptiva subtrama de amor incluida, un malo de pacotilla bastante risible, una estructura temporal a base de innecesarios y reiterativos flashback (toda la historia del poli se podría haber explicado alternándola a la del mensajero, pero eso habría sido demasiado lineal ¿verdad?) y unos diálogos de juzgado de guardia, con algunos momentos míticos de humor involuntario de los que arrancan la carcajada de una platea mínimamente crítica.

Bien haría David Koepp en echarle un ojo a “Cuenta atrás” (Fred Cavayé, 2010), un reciente film francés donde el protagonista también corre mucho perseguido por una policía corrupta, pero que está a años luz de este subproducto para adolescentes tan faltos de ingenuidad como de criterio cinéfilo.
“Ir a pie es de losers, lo que mola es ir por la vida en bici y sin frenos", parece decirnos la película. La velocidad es la divisa de estos tiempos que nos toca vivir, ir muy rápido sin saber muy bien hacia donde. Pues más le valdría al cine de acción actual echar un poco el freno. No siempre (casi nunca) más rápido significa mejor.


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7/9/12

Viggo Mortensen viaja a la Argentina profunda


Despues de Alatriste (Agustín Diaz Yanes, 2006), Viggo Mortensen vuelve a hablar español. Ese es el mayor reclamo (sobre todo en los países de habla hispana) del primer film de Ana Piterbarg, que de otra forma no tendría mayor notoriedad. Porque estamos ante de esos que ‘ni fu ni fa’. Demasiado lento para que su trama enganche, demasiado superficial como para reflexionar sobre ciertas cuestiones profundas como seguramente pretende.

El caso es que la premisa tiene su gancho: dos hermanos gemelos (Viggo, por partida doble), uno, Pedro, aventurero y mezquino, vive en el delta del Paraná (algo así como la Argentina profunda, otro de sus puntos de interés), el otro, Agustín, lleva una vida aburrida como pediatra en Buenos Aires junto a su esposa (Soledad Villamil, en un personaje desaprovechado que no se sabe muy bien qué aporta). Tras la muerte de Pedro, Agustín decide suplantar a su hermano y viajar hasta el Delta del Tigre para hacerse con el dinero del último trabajo de su Pedro, pero se encuentra con que su hermano es un delincuente buscado.

Uno de los principales problemas del film es que, de entrada, no se sabe muy bien a qué juega. La cosa tarda en arrancar, la directora incluso quiere darle un poco de suspense a la cosa alternando la vida de los dos hermanos hasta que se cruzan y haciendo parecer que está siguiendo a una sola persona dando saltos en el tiempo. Luego, según se va desarrollando el film, tampoco es fácil avanzar por donde irán las cosas, y servidor, por momentos, tiene la sensación de que la butaca no es cómoda, o de que no han puesto el aire en la sala.

Luego está el protagonista, Agustín, cuyo comportamiento y motivaciones quedan ocultos la mayor parte del tiempo. Falta introspección o elementos externos que expliquen al personaje, pero lo cierto es que cuesta empatizar con él y con sus decisiones.

Si, como dice el título, ustedes tienen un plan para esta tarde, no lo cambien por ver la película. Ahora bien, si están abrridos y les interesa ver la doble interpretación de un maduro y barbudo Viggo Mortensen que, lejos de acomodarse en Hollywood, sigue transitando los márgenes y coqueteando con otras filmografías, o si estan hartos de cine argentino urbanita y filosófico y quieren suergirse en la Argentina profunda, esta podría ser su película.
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