28/7/08

Death Proof: extraño híbrido tarantinesco

Director: Quentin Tarantino
Guión: Quentin Tarantino
Productores: Quentin Tarantino, Robert Rodríguez, Erica Steinberg, Elisabeth Avellán
Fotografía: Quentin Tarantino
Montaje: Sally Menke
Vestuari: Nina Proctor
Duración: 114 min.
Año: 2007
Nacion. (idioma): USA (inglés)
Intérpretes: Kurt Russell, Sidney T. Poitier, Vanessa Ferlito, Rose McGowan, Tracey Thoms, Rosario Dawson, Zoe Bell

Como autor de culto que es, cualquier película de Tarantino se presta a un doble análisis: como película en sí misma o como una pieza dentro de su filmografía. Sin embargo, puesto que, sin ser totalmente profano en la materia, tampoco soy un gran entendido en cine tarantinesco, sería pretencioso y falaz redactar aquí una tesis sobre en qué estrato de su obra se sitúa su último film, así que intentaré analizar "Death Proof" como obra individual. La tarea no es fácil, porque cada pieza de la filmografía de Tarantino comparte con las demás tantos referentes que, en cierto modo, acaba perdiendo entidad en sí misma.

Y es que, a poco que hayamos visto simplemente "Pulp Fiction" o "Jackie Brown", sería fácil identificar ya desde el primer plano del filme (esos pies de mujer con las uñas pintadas, sobre el salpicadero de un coche), que estamos ante una película de Quentin Tarantino. La escena que abre el film es otra de esas de manual tarantinesco: una larguísima conversación en la que se van solapando diálogos ingeniosos (por cierto, ¿alguien puede contar las veces que se dice fuck o fucking?) que, sin embargo apenas tendrán relevancia en la futura trama. Es decir, Vincent y Jules discutiendo sobre cuartos de libra o masajes en los pies (los pies femeninos, ese fetiche recurrente) mientras se dirigen a ajusticiar a unos pobres desgraciados. Esto sucedía hace 13 años en la genial "Pulp Fiction" (1994), pero el bueno de Tarantino se empeña en repetirse una vez tras otra.


Precisamente Pulp Fiction (en mi opinión, junto a "Reservoir Dogs", sus mejores películas y las más frescas) revolucionó las estructuras narrativas clásicas, y desde entonces Tarantino ha hecho de ello otra de sus señas de identidad. Es por ello que "Death Proof", más que en un planteamiento, nudo y desenlace, se estructura en dos capítulos: el primero es oscuro, misterioso, tiene mucho estilo y contiene también muchos guiños al ideario tarantinesco: el homenaje a los dobles y a la serie B setentera norteamericana, ese lap dance (impresionante esa belleza de rasgos duros llamada Vanessa Ferlito) que tanto recuerda al mítico baile de Salma Hayek en "Abierto hasta el Amanecer", etc. Aquí se nos presenta a Mike “el Doble”, un tipo peculiar y misterioso que luego resulta ser un psicópata del volante. Interesantísimo, terrorífico y cautivador personaje interpretado genialmente por un maduro y desgastado Kurt Russell, en lo que es el capítulo tétrico del film.

La segunda parte de la historia es más colorida y lúdica, y a mi entender carece de la fuerza y el dramatismo de la primera. Es aquí donde "Death Proof" comienza a perder fuelle. Aquí apenas hay misterio, y la única tensión proviene de una larguísima y trepidante escena de persecución sobre ruedas (continúa el homenaje a los dobles y a los coches, e incluso me atrevería a decir que a… ¿"Mad Max"?), en la que el otrora temible Mike “el Doble” acaba siendo un patético loco del volante que da con la horma de su zapato, y la historia del cazador cazado acaba con un festín de violencia gratuita muy al estilo Kill Bill.

En fin, una ensalada de chicas atractivas e irreverentes, y potentes coches. Una primera hora de homenaje, quizá el menos disimulado, a los referentes setenteros del director, que se tuerce después hacia una segunda parte tremendamente decepcionante, con un cierre tan delirante (y falto de todo estilo) que sólo podría permitirselo alguien como Tarantino.

1 comentario:

Sabine dijo...

No sé si es que no soy una entendida en cine, o que me gustó demasiado Kill Bill, la cuestión es que Death Proof no em gustó más allá de la escena del choque, me pareció buena idea lo de repetirla desde diferentes ángulos, uno se siente como si fuese el supervisor de las pruebas con crash dummies... Quizá la problemática también radica en que Death Proof estaba pensada -según tengo entendido- para ser estrenada como Grindhouse junto a Planet Terror, dos por el precio de una (y no como en España, que se estrenaron con un mes de diferencia y sin posiblidad de verlas seguidas). Visto así me parecería lógico, después de una buena dosis de zombies (Planet Terror me encantó, a pesar de que no soy una especial admiradora del género), pasar a algo más tranquilo como es Death Proof.
De todas maneras, me da la impresión que con Kill Bill se le acabaron las ideas a Tarantino, o que fue la mejor película de su carrera, porque Malditos Bastardos no me pareció en absoluto una película digna de dedicarle el tiempo y el dinero que supone ir al cine a tragarse ese bodrio.

Saludos ^^