21/10/10

Peligro: extraterrestres en 10 kms.


Muchas veces, también en el Cine, menos es más. Y esta premisa la aplica a la perfección Gareth Edwards en su magnífico debut.


Aunque se haya publicitado “Monsters” como una serie B de bajísimo presupuesto, más bien habría que hablar de un low-cost de altísima calidad. El film de Edwards no tiene espíritu de serie B, ni lo pretende, sino más bien una impecable factura, casi diria hollywoodiense. Y es que el recorte de presupuesto no está en la menor calidad de sus efectos visuales (premiados en Sitges’10), sino en su sabia dosificación, pues la mayor parte del tiempo, Edwards no nos muestra a los monstruos que dan título al film, sino que nos obliga a imaginarlos. Y lo hace de maravilla, lo cual resulta en uno de los grandes aciertos del film.


Como apunta su director, su film empieza donde la mayoría de películas sobre invasiones extraterrestres acaban, con un mundo en el que los humanos cohabitan desde hace seis años con los aliens, contenidos en la llamada “zona infectada”, en la franja centroamericana, ocupando parte de Méjico y Estados Unidos.

El mismo director reconoce que el germen de la historia fue la idea de que tras la llegada de la vida extraterrestre a la Tierra, “la vida continúa, y las criaturas sólo afectan una parte del mundo”. A Edwards le pareció “interesante la idea de que [la gente] no reaccionase, como si estar rodeados de monstruos fuese una cosa natural para ellos”. Esta sensación transpira por los poros de la historia desde el primer minuto.

Tras un vigoroso (y “monstruoso”) arranque, el extenso primer acto nos describe la situación de forma magnífica, con los aliens como auténticos protagonistas en ausencia: vemos las consecuencias, la devastación (para ello se aprovecharon los efectos del huracán Ike sobre Galverstone, Texas), las noticias, y su efecto en la vida de la gente, mientras oímos hablar una y otra vez de la “zona infectada”. El tono intimista y descriptivo impregna el relato, como si la cámara se imbuyese de la mirada atenta y curiosa del fotógrafo Andrew Kaulder (interpretado por un interesante Scott McNeary). Reseñables las escenas del velatorio por las víctimas en el pueblo mejicano, o las reflexiones de Kaulder sobre su oficio de “fotografiar la tragedia”, frente a ese graffitti que se erige en expresión popular de un mundo marcado por la amenaza alienígena, la misma que planea magistralmente sobre el film.


Entonces llega la esperada entrada e incursión en la “zona infectada”, en un segundo acto que remite (¿voluntariamente?) al Jurassic Park de Spielberg (la selva, los rugidos entre la maleza, el ataque nocturno a los jeeps, etc.). Y como allí (salvando las distancias), la tensión está creada con maestría, valiendose de la efectiva premisa de la incursión en territorio hostil y la amenaza constante. Porque esa es una de las grandes bazas del film: mientras otros juegan al susto fácil, “Monsters” pivota sobre la sensación de amenaza. Por eso, posiblemente muchos salgan decepcionados del cine. Porque aquí también hay acción (y por supuesto, monstruos), pero en general, el ritmo es pausado, la tensión contenida y el tono es incluso contemplativo en muchos pasajes. Aquí, toda la destrucción ya fue, la invasión está confirmada, y lo que queda es un poso de dolor, de devastación, de miedo, e incluso de corrupción (interesante esa reflexión sobre aquellos que arriesgan sus vidas para sacar partido del desastre).

Otro de los aciertos del film es la relación entre sus dos protagonistas, que viven una historia de amor que, en manos de cualquier otro podría haber caído en el cliché, pero que Edwards sabe dibujar con una sutileza, un intimismo y una savoir faire dignos de un cineasta más experto.

Y luego está ese final, de una fuerza callada y una poética que seguramente muchos no le perdonen tratandose de una película “de bichos”. Pero no se equivoquen: "Monsters" no es ni una serie B, ni una monsters movie al uso, "Monsters" es mucho más. Es un cruce imposible entre “La guerra de los Mundos” y "Una historia verdadera", entre “Parque Jurásico” y “Breve Encuentro”. Así que si disfrutan con el buen cine, olvidense de los prejuicios y no se la pierdan, porque no se ve cada día a un debutante como Gareth Edwards marcarse un ejercicio de personalidad de este calibre, nadando a contracorriente del género, sólo partiendo de él, para acabar entregando lo más parecido (con permiso de Shyamalan) a una "peli de extrarrerestres de autor".

¿Lo peor? Que apuesto a que los puristas del género la van a machacar.

Lo mejor, a pesar de todo lo dicho: la guapísima Whitney Able y su adorable español con acento mejicano.

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