Ya son más de las 0:00h., o sea que como siempre, voy tarde, pero al
menos esta vez ha sido por una buena causa: pasar la tarde en el cine con mi
madre, viendo la última de la Coixet (de la que hablaré en otro post). En fin, dicen que nunca es tarde si la dicha es buena, así que vaya este post a esas personas que nos dieron la vida y que se la quitarían por nosotr@s si fuese necesario.
El cine, obviamente, está lleno de madres. Sin embargo, hoy
voy a hablar de aquellos personajes femeninos famosos precisamente por su rol como
progenitoras, las madres del cine, convertidas en iconos cinematográficos.
En el cine, como en la vida, las madres siempre han tenido
un papel importantísimo. Aunque generalmente se relaciona el rol de madre al de
abnegada luchadora por la felicidad, la seguridad, la custodia, etc. de sus
hijos, no siempre (ni en el cine ni en la vida) esto es así. A lo largo de la
historia del Séptimo Arte, encontramos ejemplos de todo tipo de madres, desde
las más entregadas y cariñosas hasta las más terroríficas, pasando por aquellas
que ejercen influencias nefastas sobre sus hijos o hijas.
Primero podríamos hablar de las madres coraje, aquellas que luchan incansablemente por sus hijos o
hijas y que morirían antes de renunciar a ellos o a su felicidad. Entre ellas,
habría que destacar a la Christine Collins (Angelina Jolie) en ‘El Intercambio’ (‘Changeling’, Clint Eastwood, 2008), una
madre de Los Ángeles, a quien tras desaparecer su hijo, se lo devolvían dándole
el cambiazo, y la buena mujer no paraba hasta demostrar que no estaba loca y
que no, aquel no era su hijo. 17 años antes, Sally Field había interpretado a
otra madre coraje en ‘No
sin mi hija’ (‘Not without my
daughter’, Brian Gilbert, 1991), en la cual Betty Mahmoody, una americana
casada con un musulmán y atrapada en Irán, debía luchar por escapar de allí,
por supuesto, no sin su hija. También hay madrazas cuya lucha no les impide
sacarnos unas carcajadas (y alguna risa amarga), como ‘Cándida’ (Javier
Fésser, 2006), esa adorable señora que batalla por sacar adelante a un hijo
drogadicto y a otro con graves problemas psicológicos.
También encontramos madres
de miedo, como la pobre Rosemary Woodhouse de ‘La
semilla del diablo’ ('Rosemary's baby', Roman Polansky, 1968), interpretada por una Mia Farrow
de aspecto enfermizo y embarazada de un bebe que se convertía en objeto de
deseo de extrañas fuerzas. O como Margaret White (Piper Laurie), la beata madre
de ‘Carrie’, que
infunde a su tímida hija más miedo que amor, y que la acaba llevando por muy
mal camino (por cierto, parece ser que este año tendremos un remake, interpretado
por Julianne Moore). Y es que la cosa religiosa siempre ha dado mucho juego,
porque si hablamos de madres religiosas que dan ‘yuyu’ y cuyo fanatismo y
carácter estricto afecta de forma nefasta al destino de sus hijas, tenemos
ejemplos cercanos en Gloria (Carme Elías), la madre del Opus Dei de la
fantástica ‘Camino’
(Javier Fésser, 2008) o en Erica Sayers (Barbara Hershey), la madre de Natalie
Portman en la oscarizada ‘Cisne Negro’ (‘The
Black Swan’, Darren Aronofsky, 2010). Otras madre de miedo son la Reina Madre de
la saga ‘Alien’ la devoradora de perros de ‘Braindead, Tu madre se ha comido a mi perro’,
Peter Jackson, 1992), un clásico del gore más cachondo, donde la buena señora
tenía escenas de culto como esta (¡ojo, es muy
repulsiva!), o la inquietante Nora Carveth (Samantha Eggar) de 'Cromosoma 3' ('The Brood', 1979), una joya primigenia de Cronenberg. Aunque quizá la madre más terrorífica e icónica del Cine sea la (falsa) madre de Norma Bates en 'Psicosis'. ¿Aceptamos barco?
También encontramos un amplio grupo de lo que yo llamaría madres en conflicto, esas madres con
problemas, perdidas en búsquedas internas o en traumas diversos, que muchas
veces tienen que ver o afectan a sus hijos, y que encontramos generalmente en
los mejores dramas. Entre ellas, cabe destacar a Joanna Kramer (Meryl Streep)
de ‘Kramer contra
Kramer’ (‘Kramer versus Kramer’, Robert Benton, 1979), que después de
abandonar a su malcriado marido (Dustin Hoffman) y a su hijo, cuando ambos se
han repuesto y se han acostumbrado a su nueva vida, vuelve para reclamar la
custodia del pequeño. Un año más tarde, veíamos a otra madre disfuncional, en
este caso con graves problemas para querer a su hijo, interpretada por Mary
Tylor Moore, la Beth Jarret de la maravillosa ‘Gente
corriente’ (‘Ordinary people’,
Robert Redford, 1980). El chaval (un joven Timothy Hutton ganador del Oscar),
como es normal, acababa desarrollando un montón de traumas.
Un ejemplo más reciente de madre en conflicto, y hasta algo
inmadura me atrevería a decir, lo encontramos en la sublime ‘Nader
y Simin, una separación’ (‘Jodaeiye Nader az
Simin', Asghar Farhadi, 2011), en la que la que Simín, una esposa iraní, se empeña en
irse de su país aunque eso implique separarse de su marido, que debe quedarse a
cuidar de su enfermo padre, y llevarse a su hija consigo.
Por último, estarían las madres calientes, de las que tenemos un
buen ejemplo en ‘la madre de Stiefler’ (Jennifer Coolidge) de ‘American Pie’ (Paul Weitz, 1999), que tenía un desternillante affair con el galán Finch, uno de los
patéticos adolescentes protagonistas de la saga.
En fin, la lista sería infinita, y habría muchas, como ésta otra, así que si
queréis aportar ejemplos de vuestra cosecha para completarla, usad los
comentarios, estaré encantado ;)
¡Muchas felicidades a todas las madres!
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