14/6/13

Estrenos del finde: "Insensibles" y "Menú Degustación"

Hoy es día de estrenos, y aquí os dejo mis críticas de dos de las pelis que salen a la cartelera hoy: "Insensibles", la ópera prima de Juan Carlos Medina, y "Menú degustación", la segunda película en solitario de Roger Gual, que en 2002 codirigió junto a Julio Wallovits, la fenomenal "Smoking Room" (¡que os recomiendo enfervorizadamente!).

Insensibles: el dolor y la memoria‘Insensibles’, producción catalana  que participó en Sitges 2012, y opera prima del cortometrajista Juan Carlos Medina, habla de David Martel (Alex Brendemühl), un cirujano que tras perder a su pareja en un accidente de coche, y quedarse sólo con el bebé que ella llevaba en el vientre, descubre además que tiene cáncer de médula ósea. Al recurrir a sus padres (Àngels Poch y Juan Diego) para un trasplante, descubre que es adoptado. Entonces empezará a escarbar en el pasado para encontrar su auténtica identidad; una identidad que tiene que ver con un pequeño pueblo de los Pirineos en el cual, en los años previos a la Guerra Civil, varios niños sufrían una extraña enfermedad: eran insensibles al dolor.

Sí, de nuevo la Guerra Civil, que se está convirtiendo en uno de los clásicos, ya no sólo del cine español, sino concretamente del fantástico (‘El Espinazo del Diablo’,‘El laberinto del Fauno’). En este caso, además, encontramos a los nazis (cuyos macabros experimentos ya aparecían en otros films ‘Hellboy’), e incluso se insinúa otra cuestión altamente sensible y de actualidad como el robo de niños durante el franquismo.

Pero más allá de alegatos a la memoria histórica, la contienda franquista-republicana es aquí un telón de fondo. Tienen ya la Guerra Civil y el franquismo, en el imaginario colectivo, esa atrocidad y oscurantismo que los convierten en escenario idóneo para hablar de terribles pasados enterrados, de monstruos(los figurados y de los reales) y de sus monstruosidades. Medina llega incluso a fantasear de forma macabra con temas sensibles (las torturas a los republicanos), que podrían levantar alguna ampolla en ambos lados.

El guión, firmado por Luiso Berdejo (coguionista de ‘[Rec]’) y el propio Medina, tiene inconsistencias importantes, ya que, en su empeño de mezclar propuestas diferentes, en su deriva, se olvida de resolver varias cuestiones esenciales planteadas al inicio. Y es que ‘Insensibles’ empieza, por un lado (la historia actual), como un drama, y por el otro (la trama de los niños) como un enigma fantástico, y acaba siendo (*SPOILER), un descenso a los infiernos que confluye con una mezcla de torture porn (insinuado) con monstruo entre el mito de Frankenstein y la ‘niña Medeiros’. Casi nada.

El ritmo está marcado por el constante ir y venir en la narración de ambas historias, algo que quizá pueda impacientar a algunos, y la ambientación resulta atractiva (el macabro sanatorio en la montaña, los espacios fríos e impersonales de la historia actual), a pesar de la evidente estrechez de presupuesto, patente en los efectos especiales (los temblores por los bombardeos, las llamas), que unida a una mortecina fotografía, que tampoco es para tirar cohetes, lastran en gran medida el apartado visual.

¡Castigado sin postre!

En cuanto a los actores, Brendemühl está bien, y tras él hay un buen elenco internacional, entre el que destacan Juan Diego (solvente como siempre, en el dramático papel del padre franquista de David), Félix Gómez (que le interpreta de joven), y Lluís Soler (que tiene un pequeño pero intenso papel), sin olvidar a los niños (los hermanos Ilias y Mot Stothart, que interpretan a Benigno, y Bruna Montoto y Liah O’Prey, que interpretan a Inés). Cabe destacar también la elección del islandés Tomas Lemarquis para interpretar al monstruo Berkano. En cambio, a mi entender, quien desentona terriblemente es eljoglar Ramón Fontseré, como el médico que regenta el sanatorio donde los niños insensibles están recluidos.
Aunque mejorable en varios aspectos, el debut de Juan Carlos Medina es prometedor, y deja de paso interesantes reflexiones sobre el dolor como elemento de aprendizaje, de humanidad y de socialización.


Menú degustación: deconstrucción de comedia coral con reducción de risas. ¿Qué pasaría si una pareja reserva mesa en un restaurante de tres estrellas Michelín en la Costa Brava, y cuando por fin les dan mesa, al cabo de un año, ya están separados? Eso es lo que les sucede a Marc (Jan Cornet, 'La piel que habito', 2011) y a Rachel (la hermosísima Claudia Bassols, 'La Riera', 'Gavilanes'), y ninguno de los dos quiere perderse la ocasión. Además, se trata de la última cena que servirá el “Chakula”, ya que Mar Vidal (Vicenta N’Dongo, 'V.O.S.', 2009), su propietaria y cocinera, ha decidido cerrar por una temporada para descansar y replantearse el futuro. Con “El Bulli” y su cierre como claro referente, “Menú degustación” se rodó en un hostal de L’Escala, en la Costa Brava (que podeis ver aqui, por si alguien se anima) y contó con el asesoramiento de ‘El Celler de Can Roca’, e incluso con cameos de los propietarios del recientemente declarado mejor restaurante del mundo.

Gual dispone de una buena premisa como materia prima, y como ingredientes, cuenta con marco idílico y un reparto internacional (se trata de una producción hispano-irlandesa) en el que destacan Fionnula Flanagan ('Los otros', 2001) y Stephen Rea ('Blackthorn', 2011). La primera interpreta a una melancólica y sabia condesa que, pese a su delicado estado de salud no quiere perderse la última velada del “Chakula", y el segundo da vida a otro de los comensales, un misterioso (y supuesto) crítico culinario. También hay mesa para Marta Torné ('Impávido', 2012), que interpreta a una chica con problemas de incontinencia verbal, que debe acompañar en la misma mesa, a dos silenciosos empresarios japoneses que han venido a presentar sendas ofertas por el restaurante.

La metáfora es quizá demasiado fácil, pero con el segundo film en solitario de Roger Gual (después de ‘Remake’, 2006) sucede como con la alta cocina de los restaurantes como ese “Chakula” donde transcurre su film: todo es muy sofisticado, pero uno se acaba quedando con hambre. Porque lejos de aprovechar para parodiar el mundo de la haute cuisine, lejos de epatar nuestros sentidos con una degustación de historia deliciosas, en lugar de meter a sus personajes en una olla a presión, Gual los cocina a un fuego suave y nos sirve una deconstrucción de comedia coral con reducción de risas, que sabe a refrito y no llena.


¡Jajaja! ¡Qué guapos y modernos somos y cuánto dinero tenemos!

Este “Menú degustación” acaba devorado por cierta frivolidad y autocomplacencia de su cosmopolitanismo, su bilingüismo y su glamour. A Gual los personajes y los conflictos se le quedan poco hechos (la insulsa historia de los protagonistas, la de los japoneses), o totalmente crudos (el programa de televisión de Santi Millán), cuando no con un gusto extraño (los clientes convertidos en patrulla de rescate marítimo de ‘Las Nancys Rubias’). Todo es muy cool y queda muy bien en pantalla, pero ninguno de los personajes, ni sus tribulaciones neuróticas de urbanita insatisfecho en pleno retiro gastronómico-espiritual, aporta nada nuevo.
Desde su mismo título, “Menu degustación” parece condenada a (o concebida para) ser un pica-pica de pequeños bocados ligeros y de diseño agradable pero irrelevantes, que no saciarán el apetito de un espectador con hambre de historias con poso, o al menos de un buen potaje de risas.



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