28/7/08

"La Soledad": lección de "cinema - verité"

Dirección: Jaime Rosales
Guión: Jaime Rosales y Enric Rufas
Producción Ejecutiva: Maria José Díez
Dirección de fotografía: Oscar Durán
Montaje: Nino Martínez Sosa
Casting: Sara Bilbatúa
Vestuario: Asun y Eva Arretxe
Duración: 128 min.
Año de producción: 2007
Nacionalidad (idioma): España (castellano)















Sinopsis

Adela (Sonia Almarcha) es una mujer separada y madre de un bebe. Su relación con su ex marido, Pedro (José Luís Torrijo), no es del todo mala, excepto por los problemas económicos de éste, que no puede pasarle la pensión. Agobiada, decide marcharse a Madrid, busca un trabajo de azafata y comparte piso con Carlos e Inés.

Por su lado, Inés (Miriam Correa) es una de las hijas de Antonia (Petra Martínez), madre también de Nieves y Helena, y dueña de un pequeño supermercado de barrio. Antonia lleva una vida tranquila junto a su nueva pareja, Manolo (Jesús Crecio), un hombre sencillo y atento con ella, e intenta mantener la unión y el buen ambiente entre sus tres hijas. Pero varios acontecimientos sacarán a la luz las miserias y los intereses que se esconden bajo las apariencias.

Adela, por su parte sufrirá un duro golpe que hará tambalear su vida, y su decisión de dejar su pueblo para vivir en la capital.



“La Soledad” es una de esas películas ante las que cualquier espectador con una pizca de sensibilidad no puede quedarse indiferente. Jaime Rosales consigue transmitir tantas emociones calladas, tantas frustraciones, tanta soledad que su película resulta tremendamente dura bajo su apariencia tremendamente pausada.

Lo primero que llama la atención del film es lo que el mismo director llama la “polivisión”, es decir, la pantalla dividida en dos reflejando dos puntos de vista de un mismo espacio, de una conversación, etc. Alrededor del 30 % del metraje está rodado así. Pero no se asusten, el experimento no resta protagonismo a la acción, es más, se mezcla con ella de forma que al final se hace casi imperceptible, e incluso refuerza el mensaje, esa sensación de aislamiento vital, como cuando vemos simultáneamente lo que sucede en dos habitaciones contiguas.

Pero esta no es la única aportación técnica del film. Lo que, a mi entender es más destacable y rompedor aún que la “polivisión” es la extrema frialdad con la que Rosales aborda la planificación. Su cámara siempre mira desde lejos, a una distancia que refleja la soledad en la que están inmersos los personajes. Además, no hay en el film ni un solo movimiento de cámara: todo son planos fijos y sostenidos (con pantalla dividida o sin ella), que responden a la mirada serena y observadora del director.

Mención aparte merece el trabajo actoral, que (apoyado, suponemos, en unos diálogos y una dirección de actores excepcional) resulta de lo más natural y cercano visto en muchísimo tiempo. Cada frase, cada silencio, cada inflexión o entonación, cada tópico traspasa la pantalla porque forma parte del lenguaje de la vida misma. En este apartado destaca sobremanera la actuación de Petra Martínez, en su papel de Antonia, la piedra angular sobre la que gira todo el film. Su interpretación de esa madre sufrida, paciente, conciliadora, que debe hacer equilibrios para mantener a sus hijas unidas, es sencillamente enorme.

“La Soledad” es Cine con mayúsculas, una película original y suavemente rompedora a nivel técnico, merecedora con creces (aunque esto de los premios y el arte siempre es relativo) del Goya 2008 a la mejor película, pese a no contar con el aparato mediático de otras. Una melodía de cadencia cansina y desengañada, una lección sobre la vida y las relaciones, que sólo disgustará a aquellos (pobres engañados) que creen que una película “lenta” es sinónimo de “mala” o "aburrida", sin comprender que cada temática exige su tono, su color y su ritmo.

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