18/7/12

Nader y Simin, una separación (Asghar Farhadi, 2011)



A falta de otras emociones (y mi vida actual carece totalmente de ellas), últimamente estoy en plan devorador de cine. Dicen que más vale sólo que mal acompañado, y el cine es la mejor compañía que uno se puede procurar cuando nada en el mundo exterior te estimula. Será que el cine es demasiado emocionante, o será que la vida es demasiado aburrida.

En cualquier caso, voy a un ritmo de una o dos pelis por día, y hoy (a falta de ver si esta noche cae otra), le ha tocado el turno a “Nader y Simin, una separación”, cinta iraní ganadora del Oscar al mejor film de habla no inglesa este año. Había leído críticas muy buenas acerca de ella, y lo cierto es que no me ha defraudado.

No os asusteis: a pesar de su nacionalidad, no estamos ni ante un film de militancia social ni política, ni ante un complejo cine de autor, ni ante una historia indescifrablemente local. Al contrario, el guión es bastante académico y la historia, universal, aunque no faltan los detalles locales (las imposiciones del islam, por ejemplo) que enriquecen el conjunto, y que incluso a veces son determinantes.

Simin y Nader son un matrimonio con una hija en común. Simin quiere aprovechar que le han concedido el visado para abandonar Irán, pero choca con la obstinación de Nader en quedarse para cuidar de su padre, enfermo de Alzheimer. Simin quiere divorciarse, pero Nader no quiere que se lleve a su hija con ella. Ante la insostenible situación, ella se muda a vivir con sus padres, y él debe contratar a una mujer para cuidar de su padre mientras él trabaja. Y así es como el conflicto entra en casa de Nader, un conflicto que acabará salpicando la ya deteriorada relación entre él y su mujer, y por extensión a la hija de ambos, y que implicará también a la cuidadora y a su violento marido.

"Agarradme, que me mata"

El film de Asghar Farhadi (autor también del guión) plantea un conflicto a muchas bandas. Me ha recordado a “Casa de Arena y niebla”, cuyo motor también era el conflicto personal, el choque de intereses, la escalada violenta entre personajes esencialmente buenos pero enfrentados por la cuestión dramática. Si en aquella, dicha cuestión era meramente económica (aunque subyacían otros factores), en este caso se trata de algo más personal, más visceral: el marido de la mujer que Nader contrata para cuidar a su padre está convencido de que Nader es el culpable del aborto de su mujer al haberla agredido. Es este uno de esos films en los que el ‘centro del mal’ no es fácilmente identificable, ya que surge de una situación envenenada, que se va envenenando más a cada escena, a causa de los motivos y reacciones de cada personaje, de su subjetividad, que los lleva a enfrentarse para defender lo que consideran suyo. Unos, su honra, otros, su verdad. Los personajes están continuamente sometidos a dilemas morales, y con ellos el espectador.


La realización de Farhadi es fluida, y hay que destacar la naturalidad de los actores. Todos están excepcionales, sobre todo Peyman Moaadi como Nader, un auténtico ‘santo job’ que soporta todo tipo de situaciones injustas, de acusaciones e insultos con tal de defender su verdad, su inocencia más allá de interpretaciones legales. Nader es uno de los personajes más dignos, nobles y a la vez más humanos que recuerdo últimamente. Difícil no empatizar con él, a pesar de cierta ‘pachorra’ que a veces llega a ser algo desesperante.

Totalmente recomendable. Un film poliédrico en el que la separación del título genera un efecto dominó cuyas consecuencias van más allá del conflicto de pareja y las consecuencias sobre los hijos, sino que se reflejan también en el choque con el vecino.

El plano final es una dolorosa delicia. Nos deja sin saber, pero, ¿qué mas da? El conflicto ya ha sido planteado y desarrollado en toda su extensión.

2 comentarios:

Unknown dijo...

No la he visto

Monidala dijo...

No hay mal que por bien no venga! A ver si además de ver muchas pelis te animas a comentarlas más a menudo.. ;p

Estoy de acuerdo con tu crítica, yo hablé de esta peli en su día en términos parecidos. El final es demoledor y está claro que cualquiera de las dos opciones destrozará al otro...