6/10/11

Origen (Inception, 2010): mucho arroz para tan poco (y sobrevalorado) pollo



Desde la revelación que supuso 'Memento' (2000), hasta su espléndida primera incursión en el universo de Batman (Batman Begins, 2005) para explicarnos la génesis del superhéroe de la DC, Christopher Nolan se había ganado mi crédito como un gran director. Ambos films poco tenían que ver, pues mientras 'Memento' era el atrevido experimento de un debutante, un apasionante y estilizado rompecabezas que trastocó las estructuras narrativas como Tarantino hiciera años antes con 'Reservoir Dogs' o 'Pulp Fiction', la primera precuela de la saga Batman confirmaba el talento de Nolan en otro terreno bien diferente, el de la superproducción con superhéroe. Sin embargo, lo hacía rompiendo otro molde, precisamente el del cine de superhéroes, abandonando en parte el discurso más “comiquero” a favor del thriller policiaco y el drama humano del atormentado Bruce Wayne, hasta llegar a hacernos comprender de una forma lógica su transformación en Batman. Personalmente, agradecí este giro “realista”, aunque luego reconociera en 'El Caballero Oscuro' (The Dark Knight, 2008) una excesiva radicalización de esa propuesta, dejando cada vez menos margen a la fantasía propia del universo de los superhéroes.

Pues bien, en el nuevo film de Nolan, 'Origen' (Inception), ya no queda rastro de la magnífica imaginería estructural y visual de que hacía gala en 'Memento', y en cambio sí hallamos ciertas características en común con sus dos Batman, pero en sentido negativo.

El primer y grave error de 'Origen' estriba en una paradoja bien sencilla: no se puede hablar de sueños de una forma tan cuadriculada. A estas alturas, parece bien demostrado que Nolan no es el director mejor dotado para moverse en el género fantástico. Si con Batman salió muy airoso llevándoselo al terreno del thriller y la acción, aún a riesgo de traicionar su esencia, aquí vuelve a proponernos un film de aventuras y acción que en este caso resulta fallido, entre otras muchas razones, porque su materia prima, el subconsciente humano y los sueños, se antoja demasiado voluble e insondable como para encerrarlo en un sistema de reglas tan rígidas, en una lógica de causa efecto tan inverosímil y aburrida (del tipo “si mueres soñando, te despiertas”) como las que nos explican Cobb y su equipo.


Es el problema de muchos films americanos, el de sistematizarlo todo hasta el hastío, incluso lo onírico, lo subconsciente, lo paranormal, esfumando cualquier posibilidad de resultar inquietantes, imprevisibles o desconcertantes. Recordemos la sistematización de las psicofonías en la olvidable White Noise (2005) o de los shocks del protagonista de la interesante 'El efecto Mariposa' (The Buttefly Effect, 2004). Esa lógica del tipo “si haces esto, invocas a tal espíritu o provocas indefectiblemente tal fenómeno” siempre me ha parecido de lo más inverosímil, aburrido y equivocado para tratar esas cuestiones.

Por otro lado, y por si este error en la premisa básica del film no fuera suficiente para tumbarlo,  es decir, si aceptamos esa cuadricula pseudocientífica sobre los sueños, esos renglones de los que en ningún momento se sale la caligrafía del film, y descendemos al siguiente nivel (por parafrasear la jerga del film), nos encontramos con una trama demasiado plana, donde la únicas amenazas proviene de la propia y enrevesada lógica de la particular “inmersión”, y del conflicto interno del protagonista. Pero ese otro esquema, el de héroe con episodio trágico en su pasado aún sin superar, que deberá enfrentar y vencer durante la aventura, aquí se revela de una forma tan arquetípica, tan obvia y falta de gracia, que resta casi todo interés y profundidad al personaje de Cobb. Por lo demás, los personajes secundarios resultan aún más planos y faltos de empatía, ya que no sabemos nada de ellos y ni siquiera evolucionan un ápice durante el transcurso de la aventura. Mención especial para la “arquitecta” Arianne (Ellen Page), que se pese a descubrir un fascinante nuevo universo donde lo imposible es posible, se integra en el equipo y asume su rol como si se hubiese dedicado a ello toda la vida, o al desaprovechado personaje de Saito (Ken Watanabe), que pasa de amenazante villano a socio perfectamente fiable de una forma un tanto descafeinada e inverosimil.

Y es que el film carece de toda fuerza a casi cualquier nivel. Da la impresión de que Nolan se inventa un sistema de reglas demasiado rígidas y totalmente arbitrarias para que la historia funcione en el sentido en que quiere, pero por mas que se dedica aplicadamente a explicárnoslas (de la forma mas obvia y aburrida que existe en cine: mediante unos diálogos descaradamente destinados a ello, utilizando al personaje de la novata “arquitecta” Arianne como excusa para aleccionarnos), no logra que tengan el más mínimo interés, porque falla lo principal: los sueños.

En efecto, dudo que nadie sueñe como nos propone Nolan, con unas imágenes tan claras, con unos escenarios tan definidos, con unas reglas tan rígidas. ¿Dónde está lo onírico? ¿Dónde está la ensoñación? ¿Donde está la confusión propia de los sueños? Nolan, tan apegado siempre a lo tangible, tan sobrio como falto de imaginería, es incapaz de desdibujar una sola línea de su plan supuestamente perfecto.

Veamos esos tres supuestos niveles del sueño que parecen en la película: el primero son las calles de una ciudad tipo Nueva York donde tiene lugar una persecución de coches con tiroteo incluido.  El segundo es un hotel donde también hay alguna pelea entre el equipo de Cobb y esas “proyecciones” de la mente de la víctima, y el tercero es un bunker en la nieve donde deben adentrarse los protagonistas en una escena tipo Splinter Cell que resulta en otro tiroteo. Mas que ante niveles de sueño, pareciera que estamos ante niveles de un videojuego. Al final, tanto galimatías pseudocientífico resulta una burda excusa para entregar un mediocre film de acción. Pero es que si como film de ciencia ficción, su interés es más que dudable, 'Origen' no funciona ni como película de acción, ya que no aporta nada nuevo al género, como sí hiciera por ejemplo la que parece uno de sus referentes, a años luz por cierto, 'Matrix' (de la cual, no soy precisamente un gran seguidor) y aquellas espectaculares escenas de acción que marcaron tendencia.

Sin embargo, pese a todos estos problemas de base, pese a todas sus carencias y pese a su mediocridad, el film ha sido ensalzado por la crítica especializada y por la amateur, y muchos hablan ya de una “obra maestra”. Entre las voces discordantes ante tal disparate, recupero las palabras de A.O. Scott en su crítica en el New York Times, con las que estoy bastante de acuerdo:

[…] …en 'Origen', no hay nada que cuente como una visión genuina. La idea del Sr. Nolan de la mente es demasiado literal, demasiado lógica, demasiado atada a reglas como para permitir medir la locura -el riesgo de confusión, de delirio, de inefable ambigüedad- que todo esto requiere." (A. O. Scott: The New York Times)

En resumen, un film sobrevaloradísimo, que desaprovecha desde el arranque su premisa y toda posibilidad de resultar inquietante o interesante, que se inventa un universo nuevo pero excesivamente cuadriculado y que nos propone unos personajes y una aventura carentes de fuerza, y donde lo único destacable proviene del apartado técnico, de esa tremendante realista escena de lucha sin gravedad, que al menos confirma el gusto de Nolan por huir de la excesiva digitalización de los efectos especiales tan de moda hoy en día.

1 comentario:

Monidala dijo...

Estoy totalmente de acuerdo en que está super sobrevalorada. Yo la vi y comenté (muy por encima) en diciembre y me quedó la sensación de que hace 10 ó 15 años me habría encantado, pero que a día de hoy ya hemos visto demasiadas cosas parecidas... Pero hay un par de ideas en ella que ahora, muchos meses después y sin haber vuelto a verla (y ni falta que me hace porque es verdad que esa parte de peli de acción que comentas me aburrió sobremanera) me siguen pareciendo muy poderosas: en primer lugar, y obviamente, la idea de hacer "inception" en la mente de otra persona, inocularle una idea y que se haga fuerte en su mente. Es algo que no puedes negar que ocurre, no? Y poco se había hablado del tema en el cine o la literatura (bueno, se me ocurre, salvando los trillones de años luz de distancia, "Persuasión" de Jane Austen (yo es que siempre tengo que hablar de Austen, no sé cómo lo hago...). Quizá de la manipulación mental sí se ha hablado, ahora que lo pienso "La naranja mecánica" puede ser un ejemplo, en fin...
Por otra parte, todo el personaje de Marion Cotillard me fascinó: el hecho de existir sólo como un recuerdo en la mente de otra persona y que ese recuerdo se aferre para no morir, no sé, me pareció terriblemente dramático y romántico...