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14/1/12

Preestreno "Los descendientes" (2011): Payne y Clooney nos traen un film de grandes emociones en clave menor


Mucho había leído sobre 'Los descendientes', mucho y bueno. Y la verdad es que, afortunadamente, el nuevo filme de Alexander Payne ('Entre copas'), adaptación de la novela homónima de Kaui Hart Hemmings, no me ha defraudado en absoluto.

Tras un accidente en moto acuática, Elisabeth, la mujer de Matt King (George Clooney), queda en coma irreversible, y los médicos comunican a Matt que deben desenchufarla de forma inminente de las máquinas que la mantiene con vida. Matt tendrá que lidiar con la trágica situación desde varios frentes, que a la vez remiten a las distintos actos del film: sustituyendo a su esposa y ejerciendo de padre “de repuesto” (no pasaba mucho tiempo con su familia debido a su trabajo de abogado), y logrando hacerse con sus dos hijas; tratando de asumir el descubrimiento de la infidelidad de su mujer en coma y gestionando sus emociones al respecto; y afrontando la venta por imperativo legal de unos terrenos heredados que pertenecieron a sus ancestros. Estos tres frentes, estos tres conflictos, se potencian unos a otros, alimentándose en cadena: la revelación por parte de su hija de la infidelidad de su madre marca un punto de inflexión en la relación padre-hija. A su vez, el resultado del viaje (interior y exterior) que emprenden entonces Matt y sus hijas para descubrir la verdad de su esposa, repercute en su decisión final, ya en el último acto, sobre las tierras. 

Payne dirige sin estridencias, pero sin complejos (con un uso irregular e interesado de recursos como cortinillas, voz en off o mapas) un relato esencialmente amable, donde predomina el buenismo de la mayoría de los personajes, empezando por el protagonista, Matt King (genial Clooney directo al Oscar, en un registro más vulnerable que de costumbre), un 'santo job' que nunca pierde la paciencia e intenta hacer siempre lo correcto, y que es capaz finalmente de asumir la dolorosa verdad con entereza y dignidad. Tal personaje, que en otras manos hubiese podido parecer demasiado perfecto y plano, demasiado soso, gracias a Payne y sobre todo a Clooney, resulta tremendamente humano. Como humanos, redondos y más o menos dignos resultan todos los demás personajes (desde la hija mayor hasta incluso los más susceptibles de resultar abyectos) pues la visión del director es tan comprensiva y compasiva como el propio protagonista


“Los descendientes” toca grandes temas como la muerte de un ser querido o el adulterio, en clave menor y ritmo relajado, sin sobresaltos, sin grandes giros de guión, manteniendo en todo momento un tono entre el drama y la comedia, “atmósfera narrativa” complicada, que consigue alternando momentos de drama, (filmados con delicadeza y sin caer nunca en melodramático), como la revelación de la infidelidad de la esposa de Matt, por parte de su hija, con alivios cómicos que relajan la tensión (Matt corriendo patético a casa de sus amigos), para volver a aumentarla de nuevo, cuando el protagonista, en una memorable escena, intenta sacarles a sus amigos el nombre del tipo con quien su mujer le engañaba. No es que Payne invente esa atmósfera narrativa, que recuerda a la de producciones como las geniales 'American Beauty' (que sin embargo tiene una mordacidad y una acidez de las que carece la cinta de Payne) o incluso las primeras temporadas de 'Breaking Bad', serie que también toca las misma cuestiones de la enfermedad terminal o el adulterio en una clave parecida (aunque menos realista y más oscura, entre el thriller y el humor negro). Y sin embargo, ese tono de tragicomedia honesta y realista resulta un gran acierto, ya que refleja con gran realismo la propia experiencia vital, pues efectivamente, a menudo en nuestro día a día, drama y comedia se dan la mano. “La propia vida tiene un tono que incluye esos registros diferentes”, afirma Payne. 


Pero lo que hace que “Los descendientes” sea una gran película, en mi opinión, lo que la convierte en un film tremendamente emocionante, es lo que Carlos F. Heredero, en Cuadernos de Cine, llama su “amplitud moral”. Una ambivalencia emocional, opuesta al maniqueísmo (y casi políticamente incorrecta), que permite, por ejemplo, mostrar a King abroncando a su adúltera esposa en coma, o casi deleitándose, de pura rabia, al anunciar a sus amigos la muerte inminente de Elisabeth; arrastrando, en fin, un resentimiento hacia ella durante toda la película, sin por ello dejar de quererla ni un instante. Y es que aquí no hay malos ni buenos, sino conflictos puramente humanos, de sentimientos, de expectativas, de necesidades

Ambientada (como si se tratase de una metáfora de su propia gama cromática) en un Hawaii diferente, más urbano y real, sin renunciar a la postal turística en las escenas de la playa, “Los descendientes” es una película honesta y reconfortante, de apariencia sencilla e interior complejo, un notable film que sólo flojea algo (en mi opinión) en su clímax, justo cuando la hasta entonces equilibrada balanza dramática se inclina mínimamente hacia lo lacrimógeno, perdiendo parte de su fuerza. Un must-see de este año cinematográfico que empieza, que confirma a Alexander Payne como una de las voces más propias (y sin necesidad de alzarla demasiado) del cine americano actual.

"Los descendientes" se estrena en España el 20 de Enero. 
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12/1/12

La hora más oscura (2011): ¿quién dijo que todas las catástrofes pasaban en USA?


Con unos llamativos efectos especiales y un atractivo trailer como carta de presentación, llegaba el segundo filme de Chris Gorak, coproducido por Timur Bekmambetov, director del taquillazo ruso ‘Guardianes de la Noche’ y su secuela, ‘Guardianes del día’. Sin embargo, puro fake.


La acción tiene lugar en Moscú, lo que representa prácticamente el único elemento diferencial de este monótono film, que confirma el agotamiento de la fórmula “aliens-vienen-a-destruir-la tierra-porque-si”, tan típica de la paranoia post 11-S. A la capital rusa viajan Sean y Ben, dos informáticos americanos que van a vender su idea de una aplicación web. Pero un joven ejecutivo sueco sin escrúpulos, Skyler, se les ha adelantado. Los tres, junto con Anne, Natalie, y toda la ciudad, se verán sorprendidos esa misma noche por el preceptivo ataque alienígena.

En realidad, este planteamiento resulta totalmente prescindible, ya que no aporta prácticamente nada, salvo marcar la relación de los chicos con el ‘tiburón’ sueco que finalmente (¡oh, sorpresa!) resulta ser el más cobarde. Y sin embargo, es quizá, por una única escena en la que demuestra cierto arrepentimiento, el personaje más redondo (lo cual ya es mucho decir) de toda la función. Desarrollo previsible e infantil, (sólo burlado por alguna muerte que nos pilla por sorpresa y que añade cierta crueldad), personajes planos y aburridos y diálogos rayanos en lo ridículo que provocaran más de una carcajada maliciosa en la platea.

Prácticamente lo único salvable del film son sus efectos especiales, el diseño de los aliens, y su forma de desintegrar a los humanos, ciertamente lograda e impactante. Eso, y que no abusa de las escenas de acción, sino que intenta (eso sí, de forma totalmente fallida) construir la tensión mediante la sensación de aislamiento en una ciudad desolada, de acecho continuo y la dosificación de los ataques. Pero demasiados clichés, demasiada planicie argumental como para evitar el bostezo.

¿Y los invasores? Pues resultan del todo indiferentes. No sabemos nada de ellos, salvo lo poco que van descubriendo los protagonistas acerca de cómo derrotarlos, y tampoco nos importa demasiado. Ciertamente, lo más remarcable quizá sea ese escuadrón de soldados rusos a lo Mad Max, en plan resistencia post-apocalíptica (tan pintorescos como risibles), y el sospechoso parecido de las armas usadas para combatir a los aliens con las que empuñaban los míticos Cazafantasmas. ¿Dos guiños a los 80 en esta época de nostalgia vintage?

Un clímax de lo más anticlimático remata este film tan prescindible como su 3D. Nada nuevo bajo el sol salvo que, a diferencia de en los 80, ahora los americanos y los rusos son amigos, y todos los rusos hablan inglés. ¡Maldita globalización!
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6/1/12

Mi desencuentro cinéfilo con la Nouvelle Vague

Que me perdonen los Dioses del Cine, pero voy a explicar dos secretos por los cuales, imagino, seré condenado al exilio cinéfilo. El primero es que aún no había visto “Los 400 golpes” de Truffaut. De hecho, hasta hace un año, ni siquiera había visto “Al final de la Escapada”, de Godard. Es más (y aquí me estoy buscando la excomunión), en mi Grado Superior en Producción Audiovisual hice un sesudo trabajo sobre la Nouvelle Vague… ¡sin ver una sola película! Eso sí, leí un montón sobre Truffaut, Godard, Chabrol, Rohmer, Rivette, etc., sus teorías de autor y sus feroces críticas al cine francés imperante en la época. Estaba muy familiarizado con sus postulados, los títulos de todas sus películas, etc., pero aún no había visto una sola. Y la verdad es que quizá hubiese preferido mantener esa imagen idealizada de la Nouvelle Vague.

"Sí, ¿porque me miraás así? Esto es un final de auteur, ¿qué pasa?"

 Porque aquí viene el segundo secreto del que hablaba. Si hace ya algún tiempo decidí paliar esta imperdonable laguna y tome de la biblioteca “Al final de la escapada”, hoy le ha tocado el turno a “Los 400 golpes”. Pues bien: ni la una ni la otra me han gustado lo más mínimo. No voy a compararlas, ya que son películas diferentes, y tampoco pienso juzgar el movimiento por dos películas. De hecho, ahora que, aparte de mucha información, apenas empiezo a tener algo de opinión al respecto, sería muy atrevido por mi parte acerlo. Sin embargo, ambas son las películas bandera de dicho movimiento, y yo simplemente digo que no las entiendo. Con ambas me pasa exactamente lo mismo: por más que he leído al respecto, no concibo de dónde proviene su supuesta grandeza. Sé que proponían otra manera de hacer cine, y aprecio por su rupturismo, por ejemplo, el montaje de saltos bruscos de Godard, y entiendo como un canto a la infancia (“de fuerte carácter autobiográfico”) la ópera prima de Truffaut. Puedo entender que ambas fueron películas frescas en su momento, que rompían con una forma de hacer cine excesivamente anquilosada en la producción (algo así como el Dogma 95). Pero no confundamos las cosas: de ahí a tildarlas de perennes obras maestras media un universo.

Hablemos de lo importante, al menos para mi: la historia. ¿Soy el único a quien el film de Godard le parece una soberana estupidez sin pies ni cabeza, una especie de ejemplo de dadaísmo cinematográfico? A mi me pareció más un film para museos de arte contemporaneo que para filmotecas.

¿Y el de Truffaut?  Pues sin llegar, ni mucho menos, a la astracanada que es “A bout de soufflé”, me ha parecido una historia disparatada, que según avanzaba no parecía ir a ningún lado. De hecho, me ha aburrido bastante, porque faltaba lo esencial en cualquier película: por un lado, falla algo básico: las  expectativas. Quizá yo esté demasiado anclado en un cierto tipo de narrativa, quizá haya visto demasiado (buen) cine moderno antes de visitar ciertos clásicos, quizá haya estudiado demasiado guión (clásico), pero necesito saber cual es el objetivo del personaje, su conflicto, y en función de todo eso, necesito tener una idea, una expectativa de lo que va a suceder, independientemente de que luego se cumpla o se vea defraudada. Si se “siembran” ciertas cosas (la infidelidad de la madre de Antoine, su “sartén por el mango” al verla), espero que se recojan más tarde, etc. Y todo eso no sucede en el film de Truffaut, que se va desarrollando sobre la marcha, sin estructura, y sin que acierte a anticipar ni entender qué demonios le sucede a Antoine, porqué se comporta así, que planes tiene, qué problemas se va a encontrar, etc. De repente, Antoine llega a la playa y se acaba el film. Y yo ni siquiera sabía hacia dónde iba corriendo. Decepción absoluta.

"Aquí le traigo a mi hijo, para que lo encierre. Pero nunca le he puesto la mano encima, ¿eh?"

Por otro lado, me falla la identificación con el personaje y sus motivaciones. Y antes que nada aviso: no confundíais maltrato con disciplina. Pero si “los 400 golpes” aluden a golpes vitales, a la dureza con que es tratado Antoine, a la falta de cariño por parte de sus padres, me parece que Truffaut (quizá demasiado pendiente de recrear su propia infancia) falla al retratar la infancia dura y cruel que necesitaba para justificar la rebeldía del pequeño protagonista, para darle una auténtica motivación. Y si quería hablar de incomunicación y dejadez paterno-filial, me parece tremendamente superior (no, no me desterréis aun del reino del Cine, por favor), la versión actual de Sylvie Verheyde, “Stella”. Al menos, Verheyde no se saca de la manga una inverosímil entrega del pequeño a las autoridades por parte de los padres, un absurdo giro para retratar el abandono paternal. Y, al contrario que Stella Vlamink, a mi Antonie Doinel me parece un niño tremendamente impertinente y odioso, que se pasa la película haciendo gamberradas sin ton ni son, y que si no se merece 400 golpes, al menos sí se hace acreedor del par de bofetadas que le dan su maestro y su padre. La sinopsis dice: Antoine Doinel se ve obligado […] a soportar las exigencias de un severo profesor”. ¿Pero qué exigencias? ¿Comportarse como es debido en clase? ¿Severo profesor? ¡Pero si el hombre me acaba dando lástima de ver cómo le torean esos críos! Si Truffaut pretendía que me identificara con Doinel y aceptase su enfoque victimista (otra vez la infancia como salvoconducto para la indisciplina), conmigo no ha funcionado. Yo también fui crío, y al menos sabía comportarme. Menos mal que, seguramente, esos “monstruítos” que hoy en día imponen su ley en las aulas a golpe a de pasotismo, insulto o amenaza, no visitarán el clásico de Truffaut, porque si lo hicieran tendrían otra coartada más.

En fin, ya podeis crucificarme ;)
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20/12/11

El Barça y el heroe inhumano: cuando la perfección aburre


No soy freak de los cómics, pero siempre me ha gustado Batman, por ese lado oscuro, por ese espíritu traumatizado y esa fragilidad tan romántica del superhéroe de Gotham. También soy culé, y vaya por delante que estoy disfrutando de este momento dulce, pero hace tiempo que me viene inquietando algo a raíz de tanta victoria, tanto espectáculo y tanto título.

El Barça siempre me se me había antojado un poco como Batman: un superheroe romántico y frágil, capaz de lo mejor (Wembley'92) y de lo peor (Tokio'92, Atenas'94), trágicamente amarrado a un destino fatal, a la necesidad genética de jugar bonito para ganar, o en su defecto, perder siendo fiel al propio estilo. Una suerte de romanticismo futbolístico en tiempos de fútbol práctico y resultadismo. Un heroe acostumbrado a recibir golpes en su orgullo, acostumbrado a caerse, pero también a levantarse con estilo. Un superheroe redondo, con sus puntos fuertes, pero también con su talón de Aquiles, con su propio trauma: la escasez de títulos contantes y sonantes en sus vitrinas, la soledad de su única (y gracias) Copa de Europa, frente a las seis (más tarde nueve) de su eterno rival.

Aunque la memoria periodística suele ser corta, el manejo virtuoso del balón del que hace gala el Barça no lo ha inventado Guardiola: el Barça siempre se ha distinguido por su excelente trato del esférico y una capacidad única para combinar en corto. Sin embargo, como decía, también ha tenido siempre sus puntos flacos: aparte de que los catenaccios eran su particular "kriptonita", el Barça que yo recuerdo (de Cruyff hasta hoy) siempre se había caracterizado por la fragilidad defensiva, la endeblez física y cierta falta de competitividad que transmitía al aficionado culé (al menos a mí) la sensación de que su equipo salía al campo "con la flor en la mano", y que no daba la talla en los momentos importantes. Un complejo heredado de la Holanda del 74, la naranja mecánica de Cruyff, que no ganó nada a pesar de llegar a dos finales de un mundial y maravillar al mundo con su fútbol. Quizá el Barça no tuviese la solera y el tronío de otros, pero tenía cierta virtud heroica y la sufrida sensación de que el fútbol estaba en deuda con nosotros. Vaya, un poco como la selección española hasta hace tres años.

Ser culé siempre había sido sinónimo de sufridor, de patimenta (sufrimiento). Sin embargo, el equipo de Guardiola está cambiando eso. Porque a su cada vez más virtuoso trato del balón, ha ido añadiendo cada día más intensidad, más músculo (sobre todo defensivo) y más competitividad. Y, más allá de los títulos, más allá de las victorias, y un poco más acá de estar transformando el paradigma futbolístico mundial (como lo hiciera también la naranja mecánica), lo que también está cambiando este Barça me da la sensación, es la mentalidad culé. Y es que estos chicos no solo están pulverizando records, también están pulverizando el eterno fatalismo blaugrana, del que las nuevas generaciones tendrán que oír hablar o leer en los libros. El culerismo está entrando, por así decirlo, en otra dimensión, en la que ya se puede codear, por títulos y no sólo por sensaciones, con los grandes de Europa. Porque hoy en día es muy agradecido (y muy fácil) ser culé. Pero eso, como todo tiene su lado negativo.


Debo confesar que a veces, yo también me aburro viendo al Barça. Me sucede como cuando veo una de esas pelis de acción de hoy en día, en la que el prota, el héroe, es prácticamente perfecto. Ese prota a lo Vin Diesel o Jason Statham que pelea como Bruce Lee y Jackie Chan juntos, dispara como Rambo, conduce como Bullit, es hábil con los ordenadores como Ethan Hunt e inteligente como Jason Bourne. O sea, aburridísmo. Un héroe por el que uno, sencillamente, no puede sufrir, porque es tan perfecto que no parece humano. Y eso es lo que pasa con el equipo culé: el Barça aburre porque no tiene rival. No es que el bueno casi siempre gane (que eso, al menos en el cine, ha sido así de toda la vida), es que uno ya ni siquiera sufre por él. Al menos, hoy por hoy, por más prisa que tengan algunos (año tras año) en afirmar que su eterno antagonista está a su nivel. Sí, quizá el villano de turno (siguiendo con el símil, que nadie se ofenda), en uno de los pocos giros interesantes del guión, consiga hacerle algún rasguño o incluso derrotarle en cierto momento de la película , y el héroe deba volver a su batcueva a reponerse de sus heridas. Pero, inmediatamente, regresa más fuerte que nunca y se vuelve a restablecer el aburrido (des)equilibrio. Es como si Guardiola hubiese cogido a Batman, lo hubiera metido en el diván, y le hubiese quitado su atractivo y magnético trauma.

Al final, cada previa del partido del siglo, o de cada final como la del domingo, con sus despliegues informativos y sus caldeados debates previos, acaba siendo como una de esas inchadas campañas de promoción antes del gran estreno cinematográfico de turno (de MI4, por poner un ejemplo actual): un megatrailer de una esperada película que sin embargo, siempre me acaba defraudando, porque a pesar del virtuosismo técnico en la realización, a pesar del ritmo trepidante y de la belleza de la puesta en escena, falta lo esencial: la emoción, la sensación de sufrimiento por el héroe, por el propio equipo. Cuando el héroe destroza al villano y ni siquiera se lleva un rasguño, como sucedió el domingo, la película resulta tremendamente aburrida. Y entonces, a este espectador le gustaría hacer suyo el anuncio que leyó una vez, firmado por los mismos que dicen que el héroe va de sobrao. "Cosas veredes..."
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6/12/11

Entrevista a Carlos Sorín sobre su último film

Acabo de encontrar esta interesante entrevista que le hicieron a Carlos Sorin en la Casa América de Madrid, cuando vino a presentar su última película, "El Gato desaparece", que cuya crítica publique hace varios posts.


La entrevista es realmente interesante. Un resumen de las reflexiones más interesantes de Sorín:

- "Quise hacer género para probar si podía dirigir una película clásica. Como una especie de ejercicio de estilo personal"

- "Según Hitchcock, 'Psicosis' no es una película sobre la locura, es una película sobre el cine. Todo el cine de Hitchcock es un juego. También quise hacer esta película como un juego".

- "La película está construida sobre los gestos, sobre la increíble gama gestual de Beatriz (Spelzini). Para mi es más importane un gesto que una palabra, porque es más ambiguo y permite al espectador hacer distintas interpretaciones, mientras que la palabra es más inequívoca"

- "En esta película, de ingeniería narrativa, con personajes más complejos, en la que hay que construir cada mirada, cada gesto, el tempo, necesitas actores profesionales, y además buenos actores. Con un actor, puedes tener una puesta en escena más construída, más controlada".

- "En general, mi forma de trabajar es bastante intuitiva, apenas ensayo. Con no actores, improviso".

- "Una de las facilidades de hacer género es que lo que haces, ya está hecho, y se espera que lo hagas nuevamente. El género es una reafirmación de sí mismo, y en ese sentido es menos arriesgado. Es una lucha entre confirmar el género y al mismo tiempo innovar".

- "Como influencias de esta película,  Chabrol, y más conceptualmente, 'El escritor oculto', de Polanski, una obra maestra de cine clásico- Después de ver tanto cine de vanguardia, donde uno no sabe qué está bien y qué esta mal, ver una película hecha con ese rigor, es un placer. Es como escuchar a Brahms".

- "Busqué un formato como el cinemascope, lo contrario a lo claustrofóbico, porque quería que la gente sientiese la claustrofobia por lo que está pasando, y no por elementos externos".

Su próximo proyecto será "Puerto deseado", proyecto que aparcó para rodar "El gato desaparece", debido a problemas con los derechos del cuento en que se basa.
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30/11/11

Día simiesco: Lanzamiento Blu Ray de "El Origen del Planeta de los Simios"



Hoy he tenido un día "simiesco". Esta tarde tenía el screening del lanzamiento del Blu Ray de “El origen del Planeta de los Simios” (Rupert Wyatt, 2011), donde nos han mostrado algunos de los extras que acompañan al lanzamiento de la precuela de la famosa saga iniciada en 1968 por el icónico film de Charlton Heston, dirigido por Frankin J. Schaffner.

Para no desentonar, me he puesto las pilas y he visto la película. Luego, en el screening, he podido degustar parte de los extras del Blu Ray, todo un monográfico sobre la deslumbrante tecnología digital que hay detrás de este tipo de films, desde un “como se rodó” la escena final de la batalla en el puente de San Francisco (recreado para la ocasión en los estudios de rodaje en Nueva Zelanda), hasta la técnica de la motion capture aplicada sobre el imprescindible en estas lides Andy Serkis, o la postproducción de la empresa neozelandesa Weta, responsable también de otro célebre primate, el King Kong de Peter Jackson, o de El Señor de los Anillos, entre otros.

El lanzamiento en versión doméstica, será el 14 de diciembre, y en tres formatos contenidos en el mismo pack: Blu Ray, DVD y copia digital. La idea, según explican desde Fox, se enmarca en una estrategia general (cuya presentación era el objetivo velado del screening) para captar a los consumidores de DVD e intentar ”educarlos” para que se pasen al Blu Ray, a la vez que se proporciona una copia digital (previa descarga de Internet con un código contenido en el pack) para disfrutar de la película también en dispositivos portátiles, como iPad, móviles o incluso Play Station 3.


Además, Fox lanzará dos packs, que a buen seguro hará las delicias de los amantes de la saga: uno con la precuela y el clásico original de 1968, y otro con los 7 títulos que conforman por ahora la saga. 
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26/11/11

Valentín Fdez. Tubau y la escritura para subvenciones



Como guionista amateur totalmente consciente de la dificultad de acceder a la industria y la difícil situación del guionista en España, suelo seguir de cerca todo lo que hace Valentín Fdez. Tubau (a partir de ahora VFT, como yo lo conozco de forma sui géneris), desde su plataforma Ars-Media y en colaboración con ABCGuionistas. Supongo que habrá quien lo considere un “iluminati” con poca obra conocida dándoselas de gurú del guión en español, pero qué queréis que os diga, a mi este tipo me convence. Y creo que lo que hace, aprovechando además de forma muy productiva la plataforma online, tiene mucho valor para toda la comunidad de guionistas amateurs de España e Iberoamérica. Así que, antes que nada, vaya este post como pequeño homenaje a un tipo curioso, un predicador incansable de la palabra del guión.

En fin, que con las subvenciones del ICAA al desarrollo de guiones de largometraje a la vuelta de la esquina, no podía perderme la serie de conferencias online que impartió los días 17, 21 y 23 de Noviembre sobre “escritura para subvenciones, ayudas y becas” (podeis escucharlas en diferido aquí).

Y es que el tema se las trae. Imaginaos que mezclamos todas las dudas del guionista amateur a la hora de presentar su adorado guión a productoras (formatos, contenido, modos de presentación, etc., fondo y forma, en fin), con la maraña del lenguaje administrativo típico de las convocatorias oficiales. El resultado es el caos máximo, la esquizofrenia colectiva (del colectivo de guionistas, claro) anual causada por el halo de mística, rumores y oscurantismo sazonado con sospechas de tongo que envuelve todo este tema de las subvenciones a guión. Podemos tener una buena historia, e incluso una buena técnica escribiendo, pero enseguida nos asaltan las dudas: ¿qué debo incluir? ¿cómo debo presentarlo? ¿qué se valora más? ¿a quién debo sobornar?

Alguien tenía que arrojar algo de luz sobre el asunto, y ese no podía ser otro que VFT, con unas conferencias en las que se dijeron cosas muy interesantes, en las que participaron tres invitados: Joana Chilet, aportando su experiencia como miembro de jurado, entre otros de las subvenciones del ICAA, y los guionistas, con guiones subvencionados, Daniel Remón (entre otras, “5 metros cuadrados”, actualmente en cartelera), y Grojo, miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas. Paso a haceros un resumen de las ideas más interesantes:

Con las subvenciones de desarrollo a guiones de largometraje del ICAA como referencia básica de las conferencias, lo primero que dejó claro VFT es que no se premia un guión, sino un proyecto con posibilidades de desarrollo. Esto es importante, ya que no es lo mismo escribir para ayudas sobre guión acabado para ayudas a desarrollo.

Respecto a los rumores de tongo o de que están amañadas, dejó claro que más que tongo, lo que existe es la subjetividad de un jurado que puede tener ciertas preferencias por un género u otro, por una temática en particular, etc. Una idea que me pareció importante es que, para un guionista, tan importante es ponerse en la piel de los personajes como en la del miembro del jurado que tiene que evaluar nuestro proyecto. La avalancha de guiones, y la baja calidad de muchos de ellos que “intoxican el conjunto” pueden crear un prejuicio y predisponer al jurado en contra del nuestro, por muy bueno que sea. También hay que tener muy claro que ni un jurado ni un productor ni nadie (salvo nuestra madre) va a abordar la lectura de nuestro guión con el interés que nosotros creemos que merece.


Por tanto, frente a los factores subjetivos que no podemos controlar y que juegan en nuestra contra, se trata de optimizar nuestro proyecto para invertir la situación captando el interés y provocando una reacción positiva hacia nuestro proyecto.

¿Qué elementos se juzgan, qué criterios se tiene más en cuenta a la hora de valorar los proyectos? Antes que nada:

-          El formato: es eliminatorio. Es necesario un mínimo de profesionalidad en la presentación.
-          La adecuación a las bases: ¡hay que leerselas!

En este sentido, nuestro proyecto debe ser impecable, algo que al parecer no es menos habitual de lo que cabría esperar. Si pasamos este corte preliminar, estos son los criterios de valoración en el caso de las subvenciones del ICAA:

-          La historia: Se insistió en que es lo más importante, y así lo indican los 60 puntos que supone en la puntuación.

-          El curriculum del guionista: A pregunta de un servidor, guionista amateur con sensación de agravio, la respuesta fue que no es un factor determinante para la concesión de la subvención. Determinante quizá no, pero lo cierto es que supone una cuarta parte (25 puntos) de la puntación. Y además, el desarrollo de la nueva Ley del Cine de 2007 dispone “ayudas específicas a la formación no reglada” que, en las bases, se traducen en estos términos: “se valorará con un máximo de  25 puntos, la acreditación de un curso de cinematografía o de artes audiovisuales de duración no inferior a 200 horas en el que se incluya la enseñanza de escritura de guión” O sea, básicamente, que se prima a los que viene de escuelas de cine. Y yo me pregunto: ¿sirve el curso de diálogos online de VFT?

-          La viabilidad económica: supuestamente, el objetivo de la subvención es el desarrollo del proyecto y su posterior producción, y por eso, supone 15 puntos de cara a su evaluación. Algunos de los cambios que se introdujeron en cuestión de ayudas a guión en el desarrollo de la nueva Ley del Cine de 2007 intentaban paliar el problema de la cantidad de guiones subvencionados que se quedan sin producir, entre otras medidas, con el fomento de ayudas a producciones basadas en guiones a su vez subvencionados (se valoran con 20 puntos los proyectos que se basen en un guión que haya obtenido ayuda el año anterior). Por tanto, la viabilidad económica del proyecto pasa a un primer plano. Pero, ¿qué entendemos por viabilidad económica y cómo se mide? Ese punto, para el guionista ajeno a la lógica presupuestaria de las productoras, sigue quedando algo oscuro.

Pero, ¿qué es una buena historia? En general, en la conferencia se habló de escribir sobre aquello que nos motiva, ser sinceros y no intentar “vender la moto” al jurado si no creemos en nuestro proyecto. Eso es lo primero. ¿Y después? VFT insistió en que, pese a que la lógica y la claridad narrativa son esenciales, un buen argumento o una trama interesante no sirven para convencer al jurado, si no tenemos una historia que enganche, que capte el interés mediante las emociones que pone en juego. Hay que cuidar lo que llama “el canal emocional”.

Por ello, hay que “escribir desde la pasión, pero con razón”, sin pensar tanto en nuestras limitaciones (falta de experiencia, de técnica, etc.) o en lo que se suele premiar o es más comercial, o en la época en que sucede (aunque esto puede tener una importancia de cara a la viabilidad). Lo importante es la historia, las emociones que se manejan, las reacciones de los personajes, los temas que se plantean. Aunque se desarrolle en otra época o lugar, estos elementos son (o deben ser) trasladables a nuestra realidad.

Y si tenemos una buena historia, ¿qué documentación hay que presentar? Aunque depende de la convocatoria y hay que consultar las bases, normalmente son tres elementos:

-          memoria
-          sinopsis
-          tratamiento.

La memoria

Suele tener entre uno y cuatro folios (aunque siempre hay que consultar las bases), con una extensión media de dos. Es algo parecido al famoso pitch de venta, y debe responder a tres preguntas clave:

-          ¿Quién cuenta la historia? Es decir, nosotros.
-          ¿Qué implicación tenemos con esa historia? ¿Porqué queremos contarla? En definitiva, debemos demostrar esa pasión de la que hablábamos antes.
-          ¿Porqué debe ser contada? ¿Por qué merece la pena producir ese guión? En definitiva, ¿a quién le importa nuestra historia? Aquí entramos en el difícil terreno de la diferenciación, tan necesaria en cualquier mercado competitivo y saturado.

La conclusión es que la memoria es el documento más personal y debe “tocar la fibra” del jurado. Hay que tener en cuenta que nos dirigimos a una persona, no a una masa ni a una entidad, y por tanto, para convencerla, nuestro estilo debe ser (además de correcto y formal, claro), directo y sincero.

En la memoria se pueden incluir o no elementos gráficos, aunque en principio no convendría saturarla de ellos, y sólo incluirlos si aportan algo. No se recomienda intentar impresionar con diseños gráficos que se salgan del estándar, salvo en la portada, donde debemos captar el interés (el título también es muy importante para ello).

La sinopsis

Al igual que la memoria, suele tener una extensión entre uno y cuatro folios (generalmente dos estaría bien). Debe incluir el final, ya que se trata de una sinopsis para su evaluación técnica, distinguiéndola (suele haber confusión al respecto) con la sinopsis “de venta”, en la que intentamos dejar a lector en “suspenso”, guardándonos la resolución del relato.

VFT destaca que “en una sinopsis no cabe toda la trama, pero los elementos principales de la emoción del relato deben estar presentes”.

El tratamiento

Gran parte de las conferencias giró en torno al tratamiento, un formato difícil, un tema sobre el que hay muchas dudas, y muchas versiones. Algunos consejos sobre el tratamiento:

-          Con o sin encabezamientos de escena. No es determinante.
-          Según los guionistas Daniel Remón y Grojo, no hay que confundir tratamiento y escaleta. Mientras que la escaleta es un documento centrado en la estructura, para uso del propio guionista (y aquí los encabezamientos de escena sí son imprescindibles), el tratamiento sería como “una versión literaria de la escaleta” orientada a un lector externo. Dicho de otra forma, el tratamiento debe ser atractivo.
-          Por ello, hay que escribir el tratamiento pensando en el lector, aprovechando el atractivo de la palabra, de la literatura (sin excederse, claro). Una reflexión interesante: olvidarnos por un momento del cine y las imágenes y pensar que somos narradores, explicar la historia como si fuera un cuento.
-          El formato es cada vez más permisivo, ya no hace falta escribir sólo lo que se ve en pantalla, se pueden incorporar metáforas (“entra como un huracán”) y otros recursos expresivos.
-          Hay que “afilar la narrativa” para expresar justo la película que tenemos en mente. Ser concisos, no permitir interpretaciones abiertas.
-          Muy excepcionalmente, podemos incluir algún diálogo, por su importancia o expresividad, pero debemos evitar citarlos continuamente en estilo indirecto (“ella le pregunta si….” “el le contesta…”, etc.). Erro típico, se insistió mucho en esto. 
-          Centrarse más en las emociones, y en las acciones y reacciones que en los diálogos.
-          Que nuestra narrativa se exprese a si misma, que el espectador comprenda lo que sucede “sumando dos mas dos”, sin dárselo todo masticado o sobreexplicado (“Juan bebe porque está sufriendo”).

Sobre cuestiones de género y temática, y el vox populi que dice, por ejemplo, que las subvenciones suelen priorizar (como el cine español, en general) las temáticas sociales, o despreciar las comedias, nadie quiso mojarse en exceso. En todo caso, VFT sugirió hacer una investigación de aquellas temáticas y géneros que se suelen premiar, o recurrir a la prensa como “barómetro del interés social”. Respecto a los temas, no hay que confundir la controversia (la cual significa conflicto, y es algo positivo en un guión, un valor añadido) con la apología de actitudes y conductas moralmente reprobables, algo que puede hacer que nuestro guión sea desechado al instante.

Espero que este resumen os sirva de ayuda si. Las conferencias eran el preludio de un programa de seminarios y tutorias sobre el tema, del que encontrareis más info aquí. Saludos, y mucha suerte, si os presentais ;)

Os dejo los enlaces más interesantes:

Para escuchar las conferencias: http://instantteleseminar.com/?eventid=24387456

Mas info sobre el programa de escritura para subvenciones: http://www.mercadoguion.com/Escritura-Subvenciones/

Subvención del ICAA a desarrollo de guiones de largometraje: http://www.mcu.es/cine/SC/becasAyudasSubvenciones/DesarrolloGuionesLargos2011.html


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18/11/11

PREESTRENO 'El gato desaparece': Sorín se pasa al género con una 'historia mínima' de suspense



Si Carlos Sorín acuñó, con su mayor éxito hasta la fecha, un concepto interesante, el de “historia mínima” (que podríamos caracterizar por la austeridad, la atención a personajes sencillos y a situaciones cotidianas), podríamos afirmar que 'El gato desaparece' es una “historia mínima de suspense”: un hombre recién salido del psiquiátrico, su desconfiante esposa y un gato en ausencia son elementos suficientes para construir un austero y tenso relato de suspense clásico con aires polanskianos, más cercano al drama que al thriller, más naturalista que efectista.

El gato siempre ha sido amigo del misterio, y en esta ocasión su desaparición es una acertada metáfora de la pérdida de la confortabilidad hogareña y de la confianza en el otro. Sorín demuestra que se puede hacer thriller psicológico y mostrar la paranoia sin necesidad de tirar de flashbacks ni efectismos baratos, sino mediante un sabio uso de la luz, del encuadre, de los detalles y de la contención. El film presta más atención a la paranoia psicológica de Beatriz, la esposa preocupada por un eventual rebrote psicótico de su marido, que a una trama escuálida. Con esos mimbres, consigue arrancar el suspense de la calma chicha de una cotidianeidad aparentemente inofensiva. En este sentido, es difícil no acordarse de 'La semilla del diablo' o incluso de la menos exitosa 'La cara del terror' (‘The astronaut’s wife’, 1999), por cuanto juega a la confusión haciendo que nos preguntemos constantemente donde acaba el comportamiento extraño de Luis, el marido supuestamente curado de su brote psicótico y empieza la paranoia su mujer y su creciente desconfianza, pese a la aparente falta de motivos. Ese juego, ese progresivo intercambio de papeles, esa escalada paranoica, resulta altamente estimulante, gracias a un clima que se va volviendo cada vez más opresivo, a unos personajes bien trabajados y al magnífico duelo actoral entre Luis Luque y Beatriz Spelzini. El resto de los personajes aparecen bastante planos (los médicos, la hija, el amigo), quizá para potenciar el aislamiento y la opresión de la protagonista.

Sin embargo, todo ello no oculta la escasez de la trama, cierta falta de recorrido argumental y cierta sensación de estiramiento. Quizá por ello Sorín se ve obligado, para jugar al género, a hacer uso (e incluso abuso) del susto barato tipo “mano-en-el-hombro-por-la-espalda” o “escena-de-miedo-que-era-una-pesadilla” para mostrar la progresiva inquietud de Beatriz, aunque el film contiene también momentos muy potentes como el macabro juego del gato y el ratón (la rata, mejor dicho) en los túneles de ventilación, que por momentos recuerda a una de las historias de “Amores Perros”

En suma, nos hallamos ante un interesante cuanto de suspense con cierta etiqueta de autor, pero sin más pretensiones que las de un buen ejercicio de estilo.

'El gato desaparece' se estrenará en España el 25 de noviembre.
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